Falta hábito por la lectura

ATILIO RUGEL ALBÁN

“El objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a sí mismos no para ser gobernados por los demás”, Herbert Spencer. Cómo cambian los tiempos y eso es vedad, porque todo está en constante transformación y si recordamos el pensamiento de Lavoisier que: “en la naturaleza nada se crea ni nada se destruye, todo se transforma”, estamos aceptando un hecho irreversible de cambio en la materia. Con un poco de congoja logré percibir los datos que en uno de los canales de TV, la CNN señalaba que en el Ecuador tomando un dato promedio cada persona se lee al año 0.5 de un libro, lo que nos deja un poco confundidos de ver cómo se alejan de las manos las herramientas de aprendizaje y crecimiento, porque como dijo un pensador universal: “La Universidad son los libros”.

Este promedio de lectura mejora en países como Colombia con un 2.5 de libros por persona; Perú 2, Chile 4, entre otros. Las comparaciones se sabe decir que resultan odiosas, pero al hacer estos señalamientos nos obligan a los ecuatorianos a que los organismos que representan la educación retomen con fuerza en escuelas y colegios el hábito de la lectura y que resulta incomprensible que tanto conocimiento que estos contienen no logren penetrar en la psiquis de los estudiantes. Todos conocemos que las investigaciones que se hacen en las distintas ramas de la ciencia se encuentran en sus páginas porque la filosofía griega a través de sus grandes representantes, extendió su caudal de conocimientos al mundo occidental.

Resulta que uno se queda atónito y sin palabras ante esta cruda realidad que debemos aceptarla y poner énfasis en la lectura comprensiva e irla calibrando de acuerdo con la edad del niño y del adolescente. Si ustedes amables conciudadanos visitan bibliotecas pueden tener entre sus manos libros pertenecientes a los ganadores del Premio Nobel de Literatura y de diversas ciencias y muchos de ellos están escritos de una manera sencilla para que se acoplen a las mentes de los niños como el caso del libro ‘Platero y Yo’ de Juan Ramón Jiménez.

Cómo se me viene a la mente la imagen de mi profesor César Névil Estupiñán (+) que supo inyectarnos el apego a los libros y que tuve el privilegio de tener como maestro de Literatura de 3ro a 6to año y nos exigía leer por lo menos 3 o 4 libros por año y entregarle resúmenes en no menos de 20 hojas de cuaderno; eso despertó el amor por la lectura a sabiendas que nuestro cerebro se llenaría de nuevos conocimientos.