RICARDO VERA CALDERÓN
Desde hace varios días tres eventos rondan mi cabeza, debido a las posibles conexiones con otros eventos, radicando mi inquietud en que si estos fueron concebidos de manera fortuita, o se desarrollaron de forma predeterminada.
El primero tiene que ver con el terremoto de México, evento que se presentó el 19 de septiembre, exactamente 32 años después del movimiento que destruyó su capital y generó más de 10 mil muertes. Esta tragedia se presentó como una terrible coincidencia justo cuando terminaban los eventos recordatorios y se ejecutaba un simulacro. ¡Impresionante coincidencia!
El segundo evento tiene que ver con la denuncia que Lenín Moreno realizó el viernes pasado, donde comunicaba que en su oficina estaba instalada una cámara secreta desde donde se espiaría lo que hacía el primer mandatario. Esa situación era muy grave, puesto que se ponía en riesgo la seguridad de la Nación; sin embargo, un par de días después, la Fiscalía anunciaba que éste dispositivo no estaba conectado, y que no funcionaba desde 2010. ¡Qué extraña casualidad!
El tercer evento tiene que ver con la visita del Presidente de Telefónica, empresa propietaria de la marca Movistar, para reunirse con el Presidente Moreno, donde le expresó su decisión de ejecutar inversiones millonarias en el negocio de las telecomunicaciones, lo que mejorará la calidad y las tarifas para el usuario final. ¡Qué extraña coincidencia que los españoles vengan justo cuando hay nuevo Gobierno! ¿Será que cuando se abre las puertas al mundo y se ofrece seguridad jurídica, los inversionistas miran al Ecuador como una opción? Parece que fue difícil inventar el agua tibia durante los últimos 10 años. ¿O era más agradable conversar solo con la competencia?
Casualidad o no, quien sabe.