Inteligencia

CARLOS TRUJILLO SIERRA

Pobre palabra, achicada, deformada, maltratada, utilizada como arma artera y cobarde. Privada de sus méritos de su tendencia a la grandiosidad. Caída en manos aviesas, en intensiones perversas y en desaforada voracidad de poder y riquezas. Tan poca inteligencia que unos pocos y unas pocas creen que el resto no pensamos más allá de los borregos y que apenas llegamos al umbral de animales racionales.

Años de investigaciones y denuncias del actuar de los angelitos y angelitas del supuesto poder indestructible y lo que sufren es terror a que se desnuden sus milagros y obras de arte, tienen pavor, y entonces sin las melosidades y consideraciones empleadas con los odebrechtianos, con los chinos y con cuanto pillo extranjero los sirvió, el terrorista, el que les infunde terror, miedo, pánico está ahí, se montó un operativo antiterrorista y se alarma a una casa de familia, a toda una manzana de radio, a la madrugada con decenas de policías encapuchados y vehículos oficiales, verdad, todo un terror.

Pobre inteligencia: cámaras hay por todas partes, hasta en los pasillos de la Asamblea Nacional claro, pero están a la vista de todos como en los malls y urbanizaciones, pero no escondida en la pared del despacho presidencial. ¿Por qué no se le avisó al nuevo Presidente? Claro, estaba conectada pero no estaba transmitiendo. No creo que un fiscalito (de los actuales) sea un genio en informática para esclarecer el problema de la cámara. La pared estaba caliente –eso es uso prolongado– ¿por qué se arrancó el cable? La inteligencia desnudada, arropada y a la final disfrazada.

Suceden tantas cosas. No puedo hablar ni de huracanes, ni de tormentas, ni de ataques terroristas. Otra vez tenemos Yachay Tech, explosión, sublimación y por último desintegración. Se pagó decenas de miles de dólares a empresas internacionales que seleccionaran cerebros tan inteligentes que nosotros, pobres mestizos quedaríamos con la boca abierta ante tanta sapiencia, inteligencia y conocimiento. Solo hemos levantado una esquinita de la alfombra. ¿Qué más seguirá tapado?

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