Afrenta

Freddy Rodríguez

No recuerdo que algún país haya tenido a su Vicepresidente en funciones en una celda. Ha sucedido en nuestro Ecuador.

El juez de la causa, por petición del Fiscal, ha dispuesto la prisión preventiva para el Ing. Jorge Glas, por existir nuevos elementos de convicción que ameritan el cambio de la medida cautelar dictada inicialmente. Ante esta situación, los más recalcitrantes fanáticos de la “revolución ciudadana”, encabezados por el tuitero de Bruselas, han levantado su voz de protesta y, con pronunciamientos que van de lo sensiblero a lo ridículo, rasgaron sus vestiduras en defensa del compañero “injustamente acusado y linchado mediáticamente”, según su particular modo de entender las cosas (Marcela Aguiñaga puso en su twitter parte de la letra de la canción “Solo le pido a Dios”, de León Gieco, que habla de engaños y traidores). Patética también fue la reacción del ex jefe de todos los jefes, quien se refiere a Glas como “un hombre de bien y dignidad”, cita a Platón y menciona reiteradamente la supuesta “injusticia y la judicialización de la política”, él, precisamente él, que hizo de la administración de justica un arma bastarda para atacar a sus opositores y detractores, o para tratar de obtener pingües réditos económicos con sus infamantes demandas, exigiendo reparaciones a su honra y a su moral supuestamente afectadas.

Mientras en Uruguay un Vicepresidente renunció por acusaciones infinitamente menores a las que enfrenta Glas, aquí se organizan marchas de respaldo (sin mucho éxito) y, para evitar un posible “abandono del cargo”, con un recurso digno de tinterillo, el Vicepresidente utilizará sus vacaciones, que según él las tiene acumuladas y bien merecidas, luego de su ardua labor disponiendo que se aplanen terrenos para nada, se repotencien refinerías con repuestos de pacotilla, o manteniendo reuniones con un tío y un brasileño indeseables. Un elemental sentido de decoro y dignidad, que los tuvo hasta Nixon en Estados Unidos, obliga al Vicepresidente a presentar su renuncia, anteponiendo los intereses del Estado a los de su proyecto político, y así evitarle al Ecuador la afrenta de ver a tan alto funcionario tras las rejas.