Otavalo infinito

POR: Germánico Solis

Siempre son insuficientes las palabras y los significantes para reconocer la grandeza de Otavalo. Muchos amantes del seducidor suelo magnifican su permanencia y proyección en el espacio, lo han hecho desde la pintura, no pocos desde la poesía, muchos la han loado con desmedida inspiración con la música, y otros tanto lo han hecho con el trabajo diario, artesanos, comerciantes, deportistas, profesionales, agricultores, artistas, muchos nombres son ejemplares y se han enmarcado en la historia para que no se los olvide en ningún tiempo.

Históricamente Otavalo ha mantenido antagonismos interétnicos entre su habitantes, primeramente por mantener la supervivencia, y luego porque invasores establecieron poderes de dominio para imponer la supremacía.

La presencia de los caras instauró una sociedad compuesta por reguladores y subordinados. Los Incas afirmaron esta división, y luego los españoles imponen un despiadado dominio valiéndose de las armas y la religión, muchas veces recurriendo a jornadas inhumanas y crueles. Sin embargo, los sometidos mantuvieron vivo un espíritu de derecho y que actualmente ha avanzado por la ilustración.

La conquista española puso frente a frente a dos mundos diferentes, dos culturas diferentes que establecieron una relación de rendición del indígena y de dominio por los llamados blancos. Desde esas fechas nace y se mantuvo por mucho tiempo los prejuicios de inferioridad por ser indígena y de supremacía del conquistador por ser blanco.

Sin embargo, desde esos tiempos, Otavalo tiene un significado especial para el corregimiento de ese entonces, y ahora, para la nación ecuatoriana. Y son su población y economía lo que le da importancia a este progresista pueblo. Se dice que Benalcázar al solicitar el repartimiento de Otavalo mencionó a 2.000 indios tributarios.

En 1582 se calcula en 11.582 los habitantes de la zona y de 25.224 los habitantes del corregimiento. Se dice asimismo que en 1800, Otavalo tenía 18.000 habitantes más que Ibarra, cuando Quito alcanzaba los 25.000 habitantes. Actualmente la industria textil floreciente, las artesanías y el alma otavaleña han acercado a las etnias opuestas.