El embrujo del barrio Monserrate

POR: Germánico Solis

En su tiempo, las parcialidades indígenas de la ruralidad de Otavalo nombraban sus autoridades independientemente de las jerarquías mestizas. Esos cargos gozaban de fuerza y autoridad en sus jurisdicciones, y estaban facultados por edictos basados en la costumbre. La comunidad nombraba sus alcaides, escogían los más capaces, que entiendan la ley y con suficiencia en la interrelación con los encargados de la administración pública. Esos gobiernos no conculcaban los preceptos constitucionales, aunque tenían prescripciones y providencias discutibles.

Los barrios otavaleños, asimismo, estaban representados por los presidentes de los comités pro mejoras. Actualmente, con representación legal se los llama presidentes del barrio, y su unión hace una federación, el representante articula y gestiona las demandas con los mandatarios parroquiales y cantonales.

En el pasado, el comité pro mejoras estaba representado por aquel vecino empeñoso que batallaba con una embestidura de líder, y dotado de un animado amor a la barriada que representaba. Estos delegados trabajaban por el desarrollo material y espiritual de sus jurisdicciones, poniendo tiempo y dinero.

El barrio Monserrate fue un modelo de voluntariado, sus presidentes lucharon diligentemente por el mejoramiento de este particular suelo. Los empeños iban desde el ornato hasta las dotaciones de energía y agua potable. Posteriormente consiguieron presupuestos para veredas, adoquinados y alcantarillado.

Hay un nombre en este patrimonial barrio otavaleño: Don Tello Piedra. Dirigente que descansa en el sueño eterno, pero perenne en la memoria de un pueblo. Ágil, imperativo, ingenioso, carismático, luchador. Llegaba hasta los vecinos con una cruda oratoria y una esquela que en el encabezamiento decía: “Comité Pro Mejoras del Barrio Monserrate”.

Alcanzaba apoyos para los festejos a la Virgen de Monserrate, organizar las octavas septembrinas luego de las fiestas del Yamor y los reinados. Cuánta maravilla de éste villorrio brilló, sitio mágico colmado de colores, pirotecnia, chamiza, música y comidas, alegría bordada con el ímpetu capitaneado por indígenas y mestizos.