Modales

POR: CARLOS TRUJILLO SIERRA

Desde que se inventó, la cuchara ha cambiado muy poco, materiales, tamaño: grande, chico, mediano; forma más o menos redondeada. Todos, o casi, la usamos y estamos satisfechos de ese utensilio. Los modales han sufrido una serie de transformaciones y mientras más numerosos somos, más necesidad de ellos tenemos. Imagínese usted en el subterráneo con cientos de otros pasajeros, sin un mínimo de modales, de comportamiento adecuado, de tolerancia. El lenguaje también está en esta danza. Mientras más nos amontonamos más lo necesitamos. Nuestras restricciones comienzan desde que comenzamos a congregarnos en espacios que no pueden crecer en extensión.

Un momento llegó en que se comenzó a escribir normas o recomendaciones para nuestro comportamiento en grupo: ceder el paso al tratar de pasar por una puerta, ayudar a un anciano a cruzar la calle, saludar, ceder el asiento en el transporte público, menos de los 200 años últimos. A esto se llamó Urbanidad y se enseñaba en la Educación Básica y el niño en su familia ya multiplicaba modales, recomendaciones, normas –lavarse las manos, hervir el agua antes de tomarla, no botar basura en el suelo y más.

Y luego el lenguaje, se llegó a hablar de un lenguaje educado y se llegó a los eufemismos de los que tantas expresiones graciosas han surgido como aquella de “te voy a dar una patada allí donde la espalda pierde su nombre” y nos precipitamos con lo que se llamó políticamente correcto y nos metimos y ahora sabemos que nos robaron a todos, del más chico al más grande. No debíamos decir preso sino PPL (personas privadas de la libertad), no decir negra sino afrodescendiente (piénselo) y no logramos salir de lo hipócritamente correcto con el vocabulario de carretero de Maduro, de Evo y del que fue nuestro tirano.

Perdieron el sentido común y el respeto a los demás. Cómo darle la mano a un Duterte, presidente filipino, que públicamente confiesa que a los 16 años ya mató por primera vez, uno de los últimos cálculos habla de unos nuevos siete mil cadáveres. Hay gente que por su naturaleza no se adapta a vivir en grupo, todos esos todopoderosos desadaptados deberían reunirse aparte, y formar su propio club.

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