Chile y la vieja política

Por: Jaime Duran Barba

Conversamos con dirigentes de varios países y conocimos a muy pocos con preparación y conocimientos para usar las modernas herramientas de análisis y acción política. La mayoría cree que lo saben todo, son verticales, suponen que la gente vota por ellos porque tienen ideas geniales, entienden la política como juegos de alianzas entre grupos de dirigentes que se reparten cargos y candidaturas.

No entienden que la política contemporánea se hace respetando a los electores, comprendiendo sus ideas y sentimientos, estudiando más que intuyendo, formando equipos. Candidatos que se dedican a hablar de sí mismos, a atacar a sus adversarios, invocando ideologías que sirven para dar a la pelea un aire trascendente.

Terminada la Guerra Fría, las diferencias se acortaron. En el caso chileno, desde la dictadura militar se sucedieron gobiernos de izquierda y derecha sin que se diera un cambio importante en la realidad. Aunque las élites se entusiasman con las discusiones ideológicas, mantienen una continuidad que les ha permitido ser uno de los países más pragmáticos y exitosos de la región. En estas elecciones se manifestó el cansancio de la población con la política tradicional. La participación, aunque a último momento fue más alta de lo que se esperaba, se situó en torno al 44%. Entre los jóvenes fue todavía más baja: casi ocho de cada diez no concurrieron a las urnas. Pasaron a la segunda vuelta Sebastián Piñera y Alejandro Guillier.

Con la mirada puesta en la segunda vuelta, los dirigentes y la prensa se dedican a discutir sobre los posibles resultados, discutiendo las alianzas que se pueden hacer. La crisis de las formas tradicionales de la política es universal.

Si se hubiera contado con investigaciones de fondo para diseñar una estrategia profesional, que se dirigiera al 60% de electores que se siente fuera de la vieja comunicación política. Si ninguno de los candidatos tiene una campaña moderna, como parece, será una competencia de olfatos.

Es central que quienes dirijan la campaña comprendan que las elecciones no se ganan con marketing, ni con publicidad, ni discutiendo doctrinas del siglo pasado, ni con acuerdos con grupos de élite. Hay que ir a la gente común, con honestidad y humildad. La mayoría de los chilenos dijo en las urnas que está cansada del pasado, y puede ganar quien interprete ese desencanto y aparezca distinto.

* Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.