Mucha basura

Por: CARLOS TRUJILLO SIERRA

Física: orgánica, inorgánica, mental, oral, visual, sentimental, de todo. Los que menos tienen son los que menos se quejan y con su ingenuidad hasta se aprovechan y viven de ella. En el tenebroso pasado, antes de la luz de las hidroeléctricas, se llamaban basureros o minadores, ahora con corrección política se los llama recicladores. Pero ellos también, producen su propia basura. La basura es eterna. A nuestros padres primigenios, los llamados antepasados y ahora ancestros los descubrimos por la basura que dejaron junto a sus lugares temporales de habitación, depósitos de conchas vacías, miles de lascas en los talleres de labrado de la piedra y la historia no se termina.

Los ciudadanos comunes y corrientes rezongamos y seguimos tirando envolturas, cartones, desperdicios por todo lado y en los depósitos destinados para ello. Por un lado compramos una simple memoria –o pen drive– y recibimos un empaque desproporcionado y qué decir si compramos un ratón, compramos un jugo y tenemos que botar el vaso o el cartón en el que viene, empaques que fueron diseñados dizqué para comodidad de todos pero sobre todo para sacar más plata al usuario y para el éxito económico de los diseñadores y fabricantes. El gobierno nos dice que ahorremos papel y por cualquier tris nos piden la copia de la cédula en una hoja de papel y a colores.

Nos aplastan con la propaganda impresa: dípticos, crípticos y folletos que nadie lee. Entre la información que asimilo, encuentro que Italia volvió a usar fundas de papel, desintegrable, en vez de las indestructibles fundas de plástico. Vuelve a verse botellas de vidrio que se lavan y pueden reusarse cientos de veces. Los ecologistas claman por la basura plástica y tóxica en los océanos. Hay países -si pueden llamarse así- que en el colmo de su angurria fiscal se convierten en basurales de basuras radioactivas. Y no terminamos nunca.

Siempre hubo basura intelectual, pero por la época de producción y transmisión (sin imprenta ni internet) no llegaban más allá de unos pocos kilómetros del lugar donde vivía el pensador. Ya no, piense con el transistor y hoy con la red nadie se libra de recibir su cuota de basura bárbara. Y para colmo, gobiernos tiránicos quieren imponer sus estragados gustos. El genio se salió de la lámpara, la caja de Pandora dejó escapar hasta la esperanza. Nada nos queda ya por hacer a no ser pensar y repensar, aprender a separar el grano de maíz de las tusas y los cutules.

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