Autoritarismo descabellado

CARLOS CONCHA JIJÓN

Experiencia macabra es la que hemos tenido los ecuatorianos a lo largo de diez años, bajo el estandarte de una supuesta revolución, que a fin de cuentas se constituyó en un autoritarismo descabellado, que infundió terror a toda la colectividad con la bandera del despotismo.

Experiencia cara y despreciable que resultó una burla, en donde se manipuló la Constitución e incluso en su elaboración en la Asamblea Constituyente, se manifestó públicamente que muchos artículos entraron por la ventana y que no fueron aprobados por ésta.

Fueron diez años de una dictadura camuflada que paralizó al país, bajo la égida del “iluminado” parlanchín y demagogo, que sucumbió a su egocentrismo envuelto en la pantalla de una aparente revolución, con el nombre seductor de Alianza PAIS.

Las cosechas del progreso se paralizaron como cuando en un cultivo de invierno las lluvias no aparecen y éste se echa a perder, similar a lo que sucedió con la riqueza del petróleo que se transformó en verano, cuando ésta fue a parar a los bolsillos de los atracadores, como expertos sembradores de inmoralidad, ganándose el mote lapidario de corruptos.

En estos diez años de supuesta revolución, la más afectada fue la democracia, que sintió la muerte infame en su real estructura de libertades y derechos de la colectividad ecuatoriana, como principios irrenunciables. En esta funesta etapa de nuestra vida republicana, se hizo sentir la fuerza implacable y cruel de una dictadura, que emergió del abismo tétrico de desventura, para apuñalar cobarde e inconstitucionalmente, con la argucia y vileza de las ‘súper con’ a la sagrada y sabia libertad de expresión.

La experiencia maléfica y descabellada que sumió en la desventura al pueblo ecuatoriano durante diez y más años, debe servir de fortaleza para estar siempre contra estas adversidades, acicateando de manera digna nuestro espíritu y la consiguiente renovación de nuestro esfuerzo en una interminable lucha heroica, reivindicadora.

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