Un 25 de noviembre

POR: Rocío Erazo Benavides

Existe una etapa de cambios que debe ser una responsabilidad compartida. Muchos continúan pensando que todo es responsabilidad del Estado, en que el paternalismo es la salida.

No queridos lectores, fijémonos en algunos vecinos como Venezuela que hoy por hoy sufren la comodidad que decidieron aceptar.

¿Es posible que continuemos pensando que todo tienen que dárnoslo el gobierno de turno? ¿Que la sociedad no debe aportar nada? Fijo estas preguntas a la sociedad ecuatoriana, ya que a diario existen protestas y persevera la queja. Estoy de acuerdo que han habido tiempos de protesta pero también pregunto: ¿acaso ya no son tiempos de construcción, tiempos de desarrollo? ¿Hasta cuándo?

Hago estas preguntas porque en días anteriores se realizaron protestas en favor y en contra de los que se han autollamado “los de las manos limpias y corazones ardientes”, en estos últimos 10 años, que no se cuánto aportó al país. Pero también se han realizado un sin número de marchas en contra de la violencia, ahora fue específicamente hacia la mujer. Para recordar a seres como Dolores Cacuango, que a escondidas aprendió a leer, y sin quejarse fue abriendo el camino, para que muchas de nosotras hoy podamos tener derechos.

Existieron tres mujeres que eran hermanas, Minerva, Patria y María Teresa Maribal. Ellas, murieron en manos de la policía del dictador de ese entonces Rafael Leonidas Trujillo, en República Dominicana en 1960. Eran consideradas activistas que trabajaban en contra del dictador y de ese hecho nació el símbolo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, un 25 de noviembre.

“Una sociedad no puede llamarse democrática si tolera que a las mujeres se las esté maltratando y asesinando. Y eso se produce, además, con mayor frecuencia, en los espacios donde deben estar más protegidas”. Las marchas son una alternativa, sin embargo el tomar conciencia y el abandonar discursos de odio también contribuirían mucho.