Estado de Derecho

Jaime Vintimilla

Generalmente cuando se pierde el poder, mucha gente recién se da cuenta de la importancia que tiene el Derecho en la sociedad, pues a más de facilitar la solución de conflictos, le corresponde también establecer las reglas que regulan una convivencia democrática. En este sentido, no sorprende para nada que grupos acostumbrados antaño a manipular las instituciones y las normas, hogaño encuentren que su existencia bien vale la pena porque permiten defender la libertad, la estabilidad y la justicia.

El punto central es el hecho de que el ordenamiento jurídico debe ser siempre respetado con o sin poder, más aún se vuelve imperativa esta conducta cuando se dirige el país porque el Derecho evita la tiranía, la corrupción y la arbitrariedad.

Hoy queda todavía más claro que el mundo de la Jurisprudencia no constituye un tema que guarda relación formal exclusivamente con las normas. No, ya que mantiene estrecha conexión con el respeto de las instituciones, con la cultura de la observancia del sistema jurídico, con el tratamiento igualitario a todas las personas y grupos, con la defensa de la diversidad, con la independencia judicial y con el debate incesante de los ciudadanos.

Después de una década sórdida donde se rompieron las reglas para imponer concepciones resulta un total contrasentido, aunque una lección aprendida, que grupos de bárbaros jurídicos hoy precisamente se acuerden de los derechos, de la supremacía constitucional, de la independencia de funciones que, sin duda, le otorgan esencia al sistema democrático y al estado constitucional de derechos y justicia.

No hay que olvidar que cuando los ciudadanos se acostumbran a obedecer a sus instintos y no a las normas, la sociedad toda corre un gran peligro, ya que se pierde el sentido de la razón por la cual existe cualquier estado de derecho. Es momento de pensar que el constitucionalismo no es declamación o poesía sino un entramado que percibiendo la realidad social permite que la sociedad encuentre un sistema que se orienta a proteger los derechos y a juzgar con firmeza a todos aquellos que osan vulnerarlos.

Es deseable que la ciudadanía despierte del letargo del redil y exija transparencia.

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