El antiguo tintero

POR: Germánico Solis

Para las generaciones actuales acaso el tintero no represente nada, pero más allá de saber de buena tinta el significado de la expresión, quiero anotar la trascendencia que el tintero tiene para la humanidad, ese pequeño pote que junto a la pluma, nunca estuvieron lejos de las manos e inteligencia de quienes apuntaron en memorables epístolas el caminar de pueblos y civilizaciones.

El tintero es un recipiente elaborado en vidrio, mínimo depósito hecho también de porcelana, plata o bronce, consignatario de la tinta que con la ayuda de una pluma, concierta escribir sobre papel, cartulina, pieles o cortezas.

Los centros de enseñanza pedían a los estudiantes los tinteros con tinta azul y roja, aunque en las instituciones, empresas y familias se utilizaron las de color negro y verde. Los tinteros eran prosaicos, pero también prevalecieron aquellos con formas sobrias y elegantes, estaban elaborados con materiales que llamaban la atención. Los tinteros libraron el carácter de escritores, escribidores y escribanos, no pocos tenían incrustaciones que daban forma a dibujos y relieves artísticos.

El uso que los estudiantes dimos al tintero, a la tinta y la pluma, no era otro que el de escribir sobre cuadernos, y dar formas sobre cartulinas; los trazos eran repasados luego para afianzar el conocimiento. La pluma en el pretérito fue del plumaje de águilas, cóndores y otras aves, incluso de gallinas y pavos, en ella se recargaba la entintada que hacía posible escribir palabras y números.

El tintero lo usaron los romanos y egipcios y hubo marcas que se archivaron en el tiempo, la Pelikan y la Parker. Fue un depósito determinante, cercano a reyes y monarcas, incluso de plebeyos que dominaron fonogramas y alfabetos. De todas maneras, los manuscritos que fueron rubricados por plumas hechas de acero, bronce, oro o latón, son valiosos documentos que asentaron decretos, leyes, constituciones, encíclicas, heraldos de poetas y cantores e inventos. Así, bellas páginas de la lírica y la literatura, de la música y la filosofía, de escrituras contemporáneas que hablan de religión, luchas, conquistas y libertades.

¡Cuántas historias quedan aún en los tinteros!