El paradójico Ecuador de Hurtado

Daniel Márquez Soares

‘Ecuador entre dos siglos’ del expresidente Osvaldo Hurtado, corre el riesgo de convertirse en uno más de los libros muy comentados y poco leídos que integran el ecosistema de la intelectualidad nacional; por ello, es oportuno dedicarle una sincera reseña.

El expresidente ha sido capaz de hacer una valoración justa, generosa y bienintencionada del país. Ha silenciado a los críticos que esperaban una obra criticona, mezquina y ensañada. No obstante, da la razón a quienes lo acusan de sucumbir a la vanidad y la autocomplacencia. El autor de largo más citado por Hurtado, dentro una obra que por sí ya resulta magra en fuentes al momento de cubrir un período tan amplio sobre el que tanto se ha escrito, es el propio Hurtado; al reseñarlo, su gobierno alcanza estatura mítica en temas de administración pública y probidad.

No obstante, es un documento lleno aportes que los jóvenes deben aprender y los mayores recordar. Resulta escalofriante volver a caer en cuenta de lo pobre y aislado que era el país hace apenas un par de décadas y duele aceptar el papel determinante que jugó el petróleo en su progreso. Tan o más chocante que la miseria del país, resulta la maldad de ciertos sectores y personajes que con su incompetencia o vileza hundían al país sistemáticamente para preservar sus beneficios: los empresarios en los primeros años de la democracia, militares corruptos, León Febres Cordero, la clase política previa a la crisis de 1999 y muchos más. El testimonio de Hurtado sobre el proceso de retorno a la democracia y su presidencia constituye lo más valioso e interesante del libro; una especie de atlas local de intrigas y miseria humana que eleva el mérito de los buenos que, pese a todo, lucharon por nuestro progreso.

Hurtado demuestra grandeza al subrayar cuánto ha avanzado el país en las últimas décadas. Irónicamente, también destaca de manera lapidaria que no ha habido cambio cultural, consensos ni una mejoría del sistema político. Todo proyecto empujado por partidos, constituciones y gobiernos ha fracasado a largo plazo. Quizás esa sea la paradoja del país: progresar, pero no al ritmo ni en la dirección que su clase política quisiera.

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