El tiempo y nuestras sombras

Haciendo una revisión sobre lo leído este año tengo un especial recuerdo de ‘Como la sombra que se va’ de Antonio Muñoz Molina, una novela que habla sobre dos pasados distintos y conflictivos. El primero es el del asesino de Martin Luther King, un crimen que en el 2018 cumplirá 50 años y deberá llevarnos a una serie de reflexiones sobre nuestros progresos como comunidad luego de los apasionados 60s. El otro es el del propio escritor, mucho más joven e inseguro.

Cómo poder llevar una vida normal sabiendo todo lo que ha hecho. El asesino del Dr. King se pasea por Lisboa, pero en realidad no se encuentra en ninguna parte. No ha logrado volver a la vida luego de apretar el gatillo. En el otro extremo, en la misma ciudad, pero en otro tiempo y otra vida; el joven Muñoz Molina ha renunciado a su trabajo para dedicarse de lleno a la literatura, se ha lanzado al vacío, y vaga por las mismas calles con la misma incertidumbre de no saber si hizo lo correcto, o si tendrá éxito en el futuro. Los caminos de ambos son dispares, pero se encuentran marcados de un rasgo común; la sensación de horror respecto al tiempo, lo extremo y agobiante del pasado y el vértigo frente al futuro. Algo parecido a lo que en algún momento hemos sentido todos.

No hay mejor fecha para hablar del tiempo. Y estoy de acuerdo en que puede parecer un cliché, pero no podemos olvidarnos de él. El tiempo es nuestro gran problema y nuestro gran aliado. Saber lo limitado que es nos obliga a vivir con la mayor intensidad posible y entender que no podemos detenerlo nos manda a tratar de reconciliarnos con nuestro pasado. Todos guardamos esqueletos en el armario, unos más que otros, pero nadie vive sin sus propios fantasmas. La vida es saber continuar a pesar de ello, incluso con ellos, para así construir algo mejor. Que el nuevo año nos reconcilie con el tiempo.