¿Qué pasó con la silla vacía?

Por: ATILIO RUGEL ALBÁN

“Todos piensan en cambiar al mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”, León Tolstoi. Muchas autoridades que ocupan cargos públicos relevantes para afianzarse en los ellos y adquirir estabilidad, hacen declaraciones llenas de una retórica insustancial y mentirosa, que con el paso del tiempo no las cumplen y los desnudan, demostrando un grado de inmadurez que no les ha permitido crecer. Hay que romper esquemas tradicionales y aprender lecciones de los hechos del pasado que nos incentiven a salir del inmovilismo retardatario que mantiene subyugados a los pueblos porque para la toma de decisiones el termómetro de sus vidas es la lentitud que le niega a la sociedad la posibilidad de crecer, experimentar y avanzar; incorporando los cambios que imprime la evolución.

Recuerdo que la Municipalidad de Esmeraldas y agrego, así deberían actuar todas las instituciones cuando van a tratar asuntos fundamentales que tengan que ver con la consecución de obras en el campo social, cultural y de comunicación con el entorno; sus representantes hablaron que darían la oportunidad de invitar a prestantes ciudadanos, profesionales en las distintas disciplinas del saber humano que llenos de un bagaje de experiencias conseguido a través del tiempo tuvieran la oportunidad de estar presentes en esa ‘silla’, para que aportaran y coadyuvaran con ideas que sean permisibles en la temática que realice enfoques positivos en beneficio de sus representados. Me pareció una idea bien traída porque así se iba a vincular a las instituciones con los ciudadanos y de esta forma alimentar la democracia que constituye una puerta abierta para que expongan sus criterios que permitan descubrir y consolidar el camino y la dirección en que se debe avanzar.

Ha terminado el año y al menos yo ignoro y desconozco que ciudadanos en representación del pueblo hayan sido honrados con la invitación. No olviden que el ejercicio más positivo de alcanzar metas es mediante el concurso de ideas que abran el abanico para buscar soluciones a los acuciantes problemas que impone la responsabilidad de estas dignidades. Es bueno y oficioso reflexionar y saber que la transformación del mundo se logra con la participación de todos, a sabiendas que no siempre los que están en los cargos responden a una verdadera selección y por lo mismo hay que acabar con el prejuicio de discriminar a ciudadanos bien intencionados, que quieren aportar con un grano de arena para alcanzar la felicidad que todos anhelamos y que es parte de la suma de valores que nos da la escuela de la vida.

El ser humano crece cuando saquemos provecho de nuestras equivocaciones que nos mostraran el camino para ser más comprensivos, flexibles y tolerantes.