Grafitis de ahora

Kléber Mantilla Cisneros

Comienza 2018 con cambios importantes. Jorge Glas dejó de ser Vicepresidente y será reemplazado quizá por alguien con cualidades antagónicas y capacidad: honestidad, transparencia, protagonismo en la construcción de una economía competitiva, acrecentamiento de la confianza y un espíritu que propague esperanza, concordia, diálogo, academia, oportunidad laboral y de un pasado intachable.

Un año complejo en que ajustarán cuentas y habrá que cambiar el estilo de sobrevivir al fío. La economía de endeudamiento tendrá que evolucionar a otro modelo de reactivación desde el capital privado y la inversión externa. El Estado demanda reducir su tamaño y bajar el gasto, pero con estrategias claras de industrialización, producción, y generación de empleo sin dependencia del petróleo.

Casi imperante, la autogestión educativa y la renovación de los servicios de salud, de la seguridad social y los pagos a jubilados, que requieren de planificadores con conocimiento de la realidad y la cultura. Un nuevo estilo que exige reformas drásticas, eliminaciones tributarias, equilibrar la obra pública, renegociar deudas y recuperar el agro.

Los movimientos estudiantiles de París en 1968 escribían en las paredes que ‘no puede volver a dormir tranquilo aquel que una vez abrió los ojos’ y ‘un pensamiento que se estanca es un pensamiento que se pudre’. Autoridades nuevas implican épocas distintas. La política de sobreprecios, sobornos y coimas implantada por el correato es un detonante que exige una metamorfosis que no puede empantanarse antes de la consulta popular. La corrupción sigue en el mismo sitio.

Hay que detener el sistema de impunidad, la delincuencia institucionalizada, las ciudades colapsadas de basura con altos impuestos, la aglomeración de informales llegados del exterior por pésimas políticas externas y el desempleo acumulado. Parar la ficción de la propaganda y desmontar las redes mafiosas. Otro de los grafitis decía que ‘paren el mundo que quiero bajarme’, porque la desesperanza asfixia rápido, acosa y saca la gente a la calle, porque ‘la barricada cierra la calle pero abre el camino’, pintaron.

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