Otra tasa de café

POR: Germánico Solis

Así se llama una de mis poesías, en ella razono el trenzado de una habituada práctica que se pierde en la memoria, la exquisita costumbre de tomar café. Ese enigmático modal de inhalar el vaho del entrevero del agua, con ese apasionante ingrediente llamado café, y acaso complementado con una cucharita de endulzante para aquilatar el sabor. La tasita de café es la seducción para la abstracción, deleite, vivencias de afectos y remedio a las preocupaciones.

Los seguidores de este tema hablan que el arbusto de la bienquista pepita, es originario de Etiopía, que llegó a Egipto, se asentó en Arabia y que luego de naturalizarse en España se embarcó en las carabelas de Colón rumbo a América y afincarse hasta ahora.

La tasita de café ha cohabitado con la familia, corresponde recordar que el desayuno de los hogares ancestrales, estaba compuesto por un jarro de café y un pan. Pocas eran las familias que completaban la tasita de café hirviente con el vaso de jugo, mermelada, nata o queso, y menos, los ahora infaltables embutidos y huevos.

La tasa de café motivo de este apólogo, es aquella que encanta el alma, energetiza el cuerpo, ésa que invita a saborearla estando solos o acompañados para inventar la vida, nos embarca en la aventura y tiene como pormenores la anécdota, los relatos y el suspenso. Cuántas cosas consiguen las pepitas cuando tostadas y molidas, estimulan levantarnos de las caídas causadas por los desánimos. Pero una buena tasa de café, inspira y reparte alegrías, entusiasmos y los goces del razonamiento y la palabra.

Si bien recuerdo la taza de desayuno repartida con amor por mi abuela, se arraiga en mi existencia aquella que en la adolescencia sirvió para no dormir al repasar en las noches lecciones y exámenes, pero se incrustó firmemente en mi corazón, esa tasa de café que sorbo a sorbo cosquillea la inspiración para la poesía, o bien, esa taza ofrecida en las legendarias cafeterías que instigan a confinar postulados filosóficos, ideologías, política, arte, religión, historia, tradiciones que se hacen interminables cuando el negror de oro de la tasita de café acuerda fuera de inferencias la amistad sincera.