Hampa en el Estado

ORLANDO AMORES TERÁN

Ahora sabemos que en la Rusia comunista, la descomposición moral de los dirigentes era normal, la burocracia traficaba con todo lo que estaba a su alcance: empleos, mercancias, alimentos, favores, a cambio de dinero. La escasez propia del comunismo, convirtió la vida, en un negocio ilícito, dirigido por funcionarios corruptos del Partido, vinculados al crimen organizado. Lo cual hizo prosperar el mercado negro, generando una economía subterránea que propició la consolidación del gangsterismo, cuya fuerza radica en la estructura de redes criminales, que sobreviven a las personas que las dirigen.

En los 90, la economía en los países comunistas colapsó, no tenían ni para pagar sueldos, entonces empezó la rapiña de los bienes públicos: armas, petróleo, minas. Durante siglos, el mundo del hampa, siempre luchó contra el Estado. Pero donde se instaura el comunismo, parece que el mundo de los ladrones, se convierte en el Estado. Eso sucede en América, donde el castro-narco-comunismo «ganó elecciones». El hampa se tomó Argentina, Brasil, Venezuela y pretende apropiarse de Ecuador.

Los hampones comunistas tienen un refrán: «lo que ha sido robado en grandes cantidades, no será recuperado, todo a la vez». Por eso sus atracos son gigantescos. Ahí se explica que hasta éste momento no se inicien juicios de incautación y repetición, por el monto de los perjuicios ocasionados. Hay que entender que toda absolución, le otorga confianza al hampón, para volver a delinquir; por tal razón, hay que auditar las resoluciones judiciales; puesto que nos encontramos ante un estilo de organización político-criminal que ha institucionalizado el delito, tornando difícil diferenciar entre delincuentes y políticos.

Para entender el castro-narco-comunismo, debemos estudiar a las ratas, investigar su ley de apareamiento y búsqueda de comida, entonces comprenderemos su envilecido oportunismo, propio de un ser primario, tratando de satisfacer su básica necesidad: comer a través de cargos, coimas, candidaturas, contratos, designaciones, negocios; comer de los fondos públicos. Ahí encontraremos la ruta del atraco, para enjuiciarlos y exigir su devolución.

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