El capitalismo liviano

Giuseppe Cabrera

Con el advenimiento de la modernidad líquida o postmodernidad para algunos, el capitalismo también cambió de estado, pasó de una forma sólida, un capitalismo sólido o uno ligero de libre movilidad, un capitalismo liviano.

Es muy conocida la frase de Henry Ford en la que afirma que aumenta los salarios de sus empleados, para que ellos también puedan comprar sus vehículos, suena bastante innovador y hasta positivo, pero la realidad dista mucho, menos del 5% de las compras eran realizadas por los empleados de Ford, ni con el aumento salarial tenían para pagar uno de los vehículos que ellos fabricaban y por el contrario los costos de producción sí aumentaban significativamente con el aumento salarial, la motivación de Ford para realizar el aumento en realidad era que, él se dio cuenta que el movimiento obrero se estaba volviendo más organizado, además de empezar asumir conciencia de clase e iniciar a emular los ejemplos del movimiento obrero europeo, por eso antes de que se produjera un levantamiento obrero reclamando derechos laborales, Ford lo calmó elevando los salarios como una medida que además atara a los trabajadores eternamente a la fábrica, de ahí el concepto del capitalismo sólido que ataba eternamente al capital con el trabajo, en una relación de dependencia prácticamente eterna de subordinación sin aparente salida posible, cuando uno empieza en una empresa como Microsoft no sabe dónde pueda terminar, pero en Ford podían tener la certeza que iban a terminar en el mismo lugar donde empezaron, las posibilidades de escala eran nulas y ataba la vida del trabajador a la fábrica, esa era la máxima con la que Ford construyó su imperio automovilístico.

Con el capitalismo liviano, las cosas han cambiado mientras más inestabilidad exista entre la relación capital trabajo, mejores serán los réditos para su relación, hoy los capitales viajan ligero, solo necesitan de un maletín, un teléfono y un computador y pueden operar desde cualquier parte del mundo, los domicilios de las empresas se encuentran en el primer mundo, mientras que sus fábricas las instalan en las zonas más desiguales del planeta.