Lluvia de huevos

Por: Kléber Mantilla Cisneros

La Federación Nacional de Periodistas del Ecuador declaró al superintendente de Información y Comunicación, Carlos Ochoa, ‘persona non grata’ por atacar a periodistas y medios. Varios asambleístas de distintas visiones políticas intentan el primer juicio político de la era poscorreísta.

Un hecho categórico: el incumplimiento de funciones y abuso de autoridad. Los artículos 24 de la Ley de Servicio Público y 11 de la Constitución sustentan la violación a la libertad de expresión durante el ejercicio de esa comisaría de contenidos en prensa, radios y canales de televisión.

El morenismo de Alianza PAIS participa del proceso de recopilación de pruebas y engrosa el expediente descalificador contra Ochoa, quien recibió de Contraloría una resolución de destitución con predeterminaciones administrativas y civiles. Fue defensor acérrimo del aparato de propaganda dirigido por Fernando Alvarado, quien aún no es indagado por los mega-contratos publicitarios.

El inquisidor Ochoa, sin rubor, no presentó su renuncia a tiempo pese a la humillación en las cortes para que ofrezca disculpas por sus disparates sancionatorios. Lo peor es que fue señalado por la supuesta falsificación y uso doloso de documentos: registra una denuncia por la impresión de 300 mil leyes de comunicación de bolsillo alteradas. Es el ‘burócrata estrella’ que no soportó el escrutinio y debate público pero acumuló sobre los 66.120 dólares de sueldo cada año, bonos y otros enseres, según Contraloría.

La lluvia de huevos lanzados a Correa en sus recorridos, más el fundamentalismo de Ochoa, son muestras del cierre inapelable del populismo incompetente. Un reflejo de la crisis moral al máximo y del hartazgo del pueblo a la espera de una consulta popular. Una instancia que generaliza y reproduce en los políticos la recuperación de instituciones con poco decoro.

Por eso, la Asamblea tiene esta vez la oportunidad de recuperarse, interpelar corruptos y corruptelas, anular barreras legalistas, cambiar leyes, depurar el sistema social y lanzar abajo el esquema de impunidad instalado. No cabe esperar más lluvias de huevos.

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