Oscar Pérez

Por: Richard Salazar Medina

Han dado la vuelta al mundo las imágenes del joven rebelde que se atrevió a desafiar a Maduro. Se trata de Óscar Pérez, un exoficial de la policía científica de Venezuela, abatido junto con 6 compañeros en una pequeña casa en ‘El Junquito’, a las afueras de Caracas. Las imágenes son elocuentes: los últimos minutos de su vida, filmados y narrados por él mismo. Él y sus compañeros gritan su rendición, pero les siguen asediando con metrallas y morteros.

Circula otro video filmado más temprano, donde intentan negociar su rendición con un oficial a quien le dicen que no quieren enfrentamientos; éste les responde que no se preocupen, que va a precautelar sus vidas. Luego fueron atacados con bazucas y armas sofisticadas, cual si fuera una guerra, con una movilización militar, según testigos, jamás antes vista. Hoy el régimen no quiere siquiera entregar los cuerpos a sus familias.

Incluso en la guerra, las normas internacionales dictan que si los combatientes se rinden debe aceptarse la rendición. En este caso, que no era guerra, con mayor razón. Negociada la rendición, que está demostrado que sucedió, debían llevarlos ante la Justicia y darles un proceso justo (si bien en Venezuela no hay tal), con legítimo derecho a la defensa.

¿No es acaso lo que sucedió cuando Chávez se sublevó en 1992? Fue apresado y tuvo derecho a la defensa. Luego salió libre y el resto es la historia que llevó a Maduro donde está. Ello pese a que en esa rebelión hubo nada más y nada menos que 32 muertos. En la de Pérez, en junio pasado, no hubo ni muertos ni heridos.

Lo del Junquito es crimen de lesa humanidad. Maduro es un dictador sanguinario y corrupto, y debe responder ante la Corte Penal Internacional. Mi solidaridad con los venezolanos, secuestrados en un verdadero totalitarismo.

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