La encrucijada política

Mayra Aguirre Robayo

En una sociedad inclusiva y participativa no se verían tantas laceraciones y desmadres que todo el país lamenta. Los líos de intereses de acomodo con el “estar bien” que los integrantes de Alianza PAIS mantienen padecemos todos ecuatorianos. Se me gravó en la mente lo que pronunció, hace poco, Diego Oquendo Silva: “Me tienen hasta la coronilla”.

La situación del movimiento de AP se torna insostenible. Nos ha envuelto en la encrucijada política: cuestionamiento de fraude de los resultados de la segunda vuelta electoral; la disposición de dineros destinados para reconstruir las zonas afectadas por el terremoto, por parte del Ministro Carlos de la Torre; no sometieron a juicio político al exvicepresidente; la libertad que otorgó el Presidente a Cancillería para dotarle de nacionalidad ecuatoriana al hacker Julian Assange.

Alertas médicas informan que Assange sufre de varios males: traumas sicológicos que degenerarían hasta en pensamientos suicidas. Diversos analistas del país deducen que la protección al australiano se debe a que conoce cifras relacionadas con la corrupción del anterior gobierno. Otros consideran que la actitud de la Canciller con respecto a Julian Assange es una “zapada”; típica de la forma de gobernar del anterior régimen y que se debe la condición bipolar de la clase media que nos gobierna.

La complejidad de la información del periodismo del siglo XXI conectado a la globalización y al espectáculo ha conducido a la política a enredarse en shows noticiosos. El sí crítico es el que debe acompañarnos a todos en la consulta popular. Esperamos que el Presidente seleccione a personas democráticas para el Consejo de Participación Ciudadana.

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