Ética para la vida I

La ética es una de esas cosas que todo el mundo habla, más a la hora de definirla pocos saben hacerlo. La ética trata de un conjunto de valores, de principios universales, que rigen las relaciones de las personas. En el lenguaje corriente, moral y ética suelen emplearse indistintamente, de hecho, constan en los diccionarios como sinónimos, pero en términos filosóficos tienen significados diferentes.

Moral es el conjunto de costumbres o normas que existen en una sociedad para regular los comportamientos de las personas que en ella habitan. Una persona con moral cumple las normas establecidas sin analizarlas. La moral exige cumplimiento respecto al deber. Tiene que ver con la bondad, honestidad y decencia.

La ética está por encima de la moral. Es una rama de la Filosofía y se la considera como una ciencia normativa, porque se ocupa del estudio de las normas de la conducta humana y sus obligaciones. La ética analiza el porqué es bueno o es malo; es justo o injusto cumplir con las reglas morales establecidas. La ética exige reflexión, la moral solo cumplimiento. Ejemplo: “El político tiene que trabajar por su pueblo, eso es una obligación moral; no es ético hacerlo si el político está cuestionado”. Otro ejemplo: “Es obligación moral del Gobierno honrar la deuda externa, pero no es ético hacerlo si ésta impide el desarrollo del país”.

En tiempos de elecciones faltan personas con posturas éticas. Los escándalos de corrupción comprueban eso. Con certeza, en vez de personas bien preparadas, el país precisa de seres humanos con principios morales y éticos. De nada nos ha servido un gobierno “revolucionario” de mentes lucidas, manos limpias y corazones ardientes; con gobernantes llenos de Phds, doctorados honoris causa, si prácticamente se han alzado con el “santo y la limosna”. Continuará.