Los ojos al campo

POR: Manuel Báez R.

Brevemente veremos cómo eran las relaciones con la naturaleza que mantenía el hombre en la época antigua, donde ni siquiera sabían cómo compartir los frutos que les daba la tierra en los extensos campos; en esos lejanos tiempos consideraban a la madre naturaleza como un objeto que sencillamente esperaba ser explotado. Sin embargo, tenían la idea de que los humanos deben ejercer su pleno dominio sobre la naturaleza, por lo menos hasta el Génesis. No obstante, las culturas anteriores hacían hincapié en una aceptación de la pobreza.

Desde esas culturas anteriores se talaba e incendiaba la vegetación, agotaban pastos y despojaban los bosques para obtener leña; muy lejos de ejercer un gran impacto sobre la tierra y tampoco había necesidad de justificar el daño que producían; el despropósito iba más allá, despoblaban los bosques de las regiones en búsqueda de beneficios económicos sin prestar mayor atención a los efectos secundarios; qué horror, tenían la idea de que ahí estaba la naturaleza solo para ser explotada, todo esto, sencillamente era miopía y egoísmo. Era la misma imagen humana situada en oposición a la naturaleza y dominándola.

Qué tristes aquellos tiempos muy lejanos y, pensar que hoy se dan estos desmanes humanos contra la rica naturaleza.

Estimados lectores, los tiempos han cambiado notablemente gracias a la civilización y el sentido evolutivo de progreso. Por eso, en favor de esa misma población dedicada al cultivo del campo, seriamente formulamos el pedido al gobierno de Lenín Moreno para que como Política de Estado, implante acciones de fomentar el cultivo del campo, que por la feracidad de la tierra servirá para hacer agroindustria en diferentes líneas de producción y así crear una gran fuente de progreso, que de paso será inagotable.