Raíces

Eduardo Naranjo Cruz

La necesidad de contar con una base ancestral histórica hace sólido a un país, los ciudadanos perciben pertenencia y sienten orgullo de sus ancestros, el problema es la Conquista y la Colonia que con su dominio borraron rastros de culturas y produjeron un necesario mestizaje como cuña entre el pasado y el presente.

La investigación arqueológica y otras actividades que lleva adelante el Instituto Metropolitano de Patrimonio constituyen notables avances hacia una integración cultural de nuestra sociedad.

Reinauguraron el museo de sitio La Florida, con visión didáctica que permite a los visitantes entender las culturas originarias del “triángulo de Quito” como centro de intercambio de bienes y costumbres. En la nueva instalación propuesta por los jóvenes arqueólogos Dayuma Guayasamín y Andrés Mosquera se aprecia a nuestros ancestros en su dimensión estructural dinástica, apreciándose aquellos caciques dirigentes de ese ‘Quitus’ con ropaje de cuentas de conchas Spondylus (riqueza en esos tiempos) con que fueron enterrados, justamente en aquel punto de la montaña donde los nuevos habitantes han vuelto a llegar y poblar el lugar donde vivieron los antiguos.

Ese Quito fue un centro de importancia para el comercio y el intercambio cultural, tanto con los pueblos del borde de la montaña (yumbos) como con los del Litoral y la Amazonía. Este lugar junto con el parque Rumipamba son vestigios recuperados para beneficio histórico que permiten entender qué ocurría con quienes habitaron estos lares hace 2.500 años, nucho antes de que los incas conquisten estas tierras.

Es obligatorio para maestros y estudiantes visitar al menos una vez estos puntos de reflexión, hoy que este museo ofrece un resumen de las relaciones con las otras etnias y sus procesos de integración.

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