‘Tres anuncios por un crimen’, aquí no hay buenos ni malos

DESASOSIEGO. Frances McDormand y su triste, histérica y hasta indescifrable mirada.
DESASOSIEGO. Frances McDormand y su triste, histérica y hasta indescifrable mirada.

‘Tres anuncios por un crimen’ es una fuerte candidata para ganar el Óscar. Una historia irónica y autocrítica.

DAVID ALMEIDA GARCÍA

‘Tres anuncios por un crimen’ (‘Three Billboards Outside Ebbing, Missouri’) es una candidata muy seria a hacerse con el Óscar a Mejor película en la edición número 90 que se celebrará en Los Ángeles este 4 de marzo. Y no es para menos, pues se trata de una atípica e indescifrable cinta que se queda en nuestras mentes por mucho tiempo después de haberla visto.

Escrita y dirigida por Martin McDonagh, ‘Tres anuncios por un crimen’ nos relata la historia de Mildred Hayes, cuya hija ha sido brutalmente asesinada. Esta mujer de 50 años decide iniciar por su cuenta una guerra contra la Policía de su pueblo al considerar que no hacen lo suficiente para resolver el caso y hacer justicia.

Lo mejor que se le ocurrió a Mildred, interpretada soberbiamente por Frances McDormand, fue publicitar la incompetencia de la Policía en tres anuncios gigantes cuyas leyendas provocan reacciones insospechadas en el pueblo Ebbing, en el estado de Missouri.

Y precisamente dos de los aludidos entran en este juego. Por una parte el muy enfermo comisario Willoughby (Woody Harrelson) y el imbécil policía Dixon (Sam Rockwell).

Pero hay un dicho que reza: “Pueblo chico, infierno grande”. Y tras la publicación de los anuncios y las consecuentes reacciones, más personas entran en el entramado, desde el típico entrometido sacerdote católico, el abusivo y agresivo exesposo, el hermano (e hijo) afligido y desorientado, el impertinente dentista, una madre racista y fascista, un sorprendido publicista y un enano bonachón y alcohólico que busca una aventura romántica.

INTERPRETACIONES. Woody Harrelson y Frances McDormand en una escena donde el autoengaño queda al descubierto.
INTERPRETACIONES. Woody Harrelson y Frances McDormand en una escena donde el autoengaño queda al descubierto.

Somos buenos, somos malos
En un inicio dijimos que esta película es indescifrable. Y claro que lo es, pues es un drama con humor negro y autocrítico, pasando por un ‘thriller’ sutil y sicológico. Y es que son tantas las referencias, que a primera vista se trata de una historia de venganza, pero conforme avanza el metraje, nos encontramos con un abanico de situaciones cuyos actores son malos, buenos… o sea simplemente humanos.

Y es que con eso de publicitar a lo grande la incompetencia policial, el director nos dice sin tapujos que la sociedad estadounidense está podrida y que sus instituciones no son efectivas, tal y como vemos en otras películas o series de televisión, donde por ejemplo, los crímenes son resueltos gracias a la ciencia y la gran sapiencia de los detectives.

En una de las escenas, el comisario Willoughby le dice a Mildred que el 85% de los robos, el 66% de las violaciones y el 33% de los asesinatos quedan sin encontrar un culpable. Incluso habla de que se puede encontrar el ADN extraño al cuerpo de la víctima.

Pero una respuesta como estas no es lo que una madre quiere escuchar. Ella está obstinada en su intento de hallar al culpable.

Y en ese afán es lo que vemos en esta historia a personajes que no son buenos, tampoco malos. Es que los que son llamados a ser buenos pecan de negligentes, los malos no son tan malvados como parecen. Incluso vemos actos que podríamos calificarlos de redenciones.

Maravillosas interpretaciones
McDonagh ha dicho en múltiples ocasiones que esta historia se le ocurrió en 2003, después de haber visto en un pueblo del sur de Estados Unidos un afiche donde un padre denunciaba la violación de su hija y que las autoridades no hallaban a los responsables. Desde ese momento pensó en el guion y que la protagonista debía ser la laureada Frances McDormand.

Y vaya que su interpretación es magnífica de principio a fin. Por algo opta al Óscar en ese apartado.

Harrelson no se queda atrás al interpretar a un tierno y abatido sheriff con cáncer terminal. Su situación conmueve.

También tenemos a Rockwell, quien interpreta al perfecto idiota. Sí, es un imbécil que nos provoca enfado, risa, compasión y hasta indulgencia. Este actor se ha llevado muchos premios por este rol y pensamos que será el ganador al Óscar, en la categoría de reparto.

En este largometraje también participan los actores Peter Dinklage, Abbie Cornish, John Hawkes y Kerry Condon.

FRASE

La primera sorpresa es que no defrauda (…) la gozosa sensación de que ‘esto no lo hemos visto mil veces’ (…) cuanto más truculenta se espera una escena, más nos sorprende (…)”.