Ética para la vida II

Patricio Durán

En la actualidad, la gente precisa más que nunca de ética, de ética para la vida, aunque esta está escasa por todos lados. En la familia está faltando más respeto entre sus integrantes. Entre marido y mujer hay mucha violencia intrafamiliar, entre padres e hijos. Las relaciones entre hermanos están llenas de calumnia, envidia, intriga. ¿Dónde está la consideración y el respeto para las personas de la tercera edad? ¿Dónde está la ternura para los niños y la comprensión para los jóvenes? ¿Acaso nuestros niños y jóvenes no son el blanco de violencia sexual, explotación, secuestro, bullying? ¿Dónde está la ética en la administración de justicia? ¿Dónde está la transparencia, la honestidad, la verdad entre los políticos? ¿En los medios de comunicación? ¿No hacen a diario una apología del crimen, la violencia, el sexo y el consumismo?

Es indudable que la familia es la mejor escuela de moral y ética. El ser humano es fruto de la educación familiar. Los hábitos y las virtudes fundamentales de las personas se van adquiriendo en el medio familiar. Decía Napoleón que “El porvenir de un hijo es obra de sus padres”. ¿Quién negará que muchas de las desviaciones de la juventud actual se deban a la disolución de la familia?

Es necesario que en escuelas y colegios se vuelva al estudio de formación cívica y ética. El castigo y la violencia toman su lugar; hay miedo, inseguridad, sufrimiento, angustia, tanto en alumnos como en profesores. La función socializadora de la familia, como primera instancia y de la escuela y colegios como segunda instancia en el proceso de formación de los estudiantes, es de suma importancia para la conformación de los valores humanos.

Es importante que los alumnos se reconozcan como sujetos con dignidad y derechos, capaces de tomar decisiones, y de asumir compromisos. Continuará