Rebeldes, altivos y valientes

Por: Nicolás Merizalde

El último impasse entre la CIDH y el Ecuador puso a tambalear la decisión de los ecuatorianos en lo referente al Consejo de Participación Ciudadana. Al final, los jueces desestimaron la causa que presentó la comisión y las cosas aparentemente vinieron a su cauce más razonable. Lo sucedido me lleva a pensar en lo frágil que sigue siendo nuestra voz, y lo mucho que se debe hacer respetar; pero también en las esperanzas que muchos le han puesto a esta consulta y que no van a poder ser cumplidas con la facilidad con la que se decía.

Los resultados de la consulta no son suficiente para cantar victoria. Ha sido tan solo un pequeño, decisivo, pero no significativo paso hacia el cambio, la institucionalidad, la democracia y la renovación política. Nos deja como principal resultado la anulación de la reelección indefinida, una victoria que asegura la alternabilidad saludable en el poder, pero sobre todo la renovación de los líderes y un golpe al cacicazgo acostumbrado. Lo más deseable es que los partidos se concentren en buscar nuevas figuras que enriquezcan el debate y una competencia mucho más formada de parte de los jóvenes. El resultado palpable de esta pregunta los empezaremos a notar dentro de 10 o 15 años, cuando de seguro el campo político haya cambiado de cabezas e incluso algunos partidos hayan perecido en el intento. Eso, desde luego, es lo más deseable.

Lo que venga de la pregunta del Consejo es probablemente lo que más decepciones traerá, porque esta función del Estado que parece estar de más, seguirá funcionando y lo único que se puede desear (ya que no garantizar) es que tengamos consejeros menos falderos y más coherentes con su misión. Aun así, creo que votar sí fue una buena decisión, un despertar. Pero no podemos esperar que lo solucione todo. Hay que seguir en guardia, rebeldes, altivos y valientes.

¡Viva Ambato!