Otra época

Los resultados de la consulta popular efectuada el 4 del presente mes fueron contundentes; demostraron la voluntad colectiva para que, definitivamente, se emprendan acciones que el país requiere con urgencia, a fin de superar escollos que impiden su desarrollo.

Debido a la forma en que se llevó a cabo la campaña electoral, donde los bandos en pugna estuvieron encabezados por el actual mandatario y el anterior, lo que patentizó, una vez más y de manera indiscutible, la ruptura existente entre ambos personajes que se endilgaron epítetos nada cordiales, uno de los grandes triunfadores fue Lenín Moreno quien afianzó su régimen con la solidaridad y legitimación alcanzada en las urnas.

Rafael Correa cosechó lo que sembró: de gobernante por una década en que proliferaron errores de bulto producto del sectarismo ideológico, autoritarismo, grosería y corrupción, quedó rechazado por expresiva mayoría de votantes que se pronunciaron en contra de ese modelo de gobierno, caduco, empobrecedor, absolutista, que va en contravía de los mandatos de la libertad y la democracia, cimientos sólidos para el bienestar y progreso de los pueblos.

La reelección indefinida impedirá que se apropien del poder quienes se marean en las alturas y se embelesan con los cantos de sirena que provienen del cercano círculo de esbirros y más oportunistas que merodean en esos ámbitos de la intriga y la simulación. Son peligrosos al máximo quienes se creen predestinados para gobernar, sin darse cuenta que las monarquías en nuestro país cayeron por efecto de las luchas libertarias acontecidas en las primeras décadas del siglo XIX.

Se ha inaugurado otra época, con la esperanza de que prevalezcan el respeto hacia los demás, el adelanto en todos los órdenes del convivir, los altos intereses de la Patria.