Cayó el dictador…

Por: JOFFRE DAZA QUIÑÓNEZ

Con los resultados de la consulta popular del 4 de febrero 2018 y conociendo que ganí el Sí con un porcentaje superior al 60%, se evidencia que el pueblo ecuatoriano ha dicho que termine la dictadura de RC, más que los cambios constitucionales que deben implementarse, la manifestación de la ciudadanía expresada en las urnas es un voto de castigo para un gobierno dictatorial, abusivo, corrupto y fraudulento, con ambiciones desproporcionadas. También es una manifestación clara de los ecuatorianos, que nunca más vuelvan grupos de poder que se asocian ilícitamente para delinquir.

Igual que ocurrió en Chile con la dictadura militar de Pinochet, el pueblo soberano democráticamente pudo mandar a su casa al dictador. Es histórico este acto democrático en el Ecuador, por cuanto bien se pudo cortar por lo sano el proyecto de la RC, que pretendió perennizarse en el poder para un siglo, con un manejo maquiavélico y perverso, que incluyó cooptar todas las instituciones y ponerlos a su servicio. Así, tenían lacayos y serviles que sin ninguna vergüenza en el caso de la Asamblea Nacional se convirtieron en alza manos, de las órdenes y decisiones que venían desde Carondelet y qué decir del Consejo de Participación Ciudadana, convertido en una oficina de RC y por el estilo C.C., Fiscalía, Procuraduría, Judicatura, etc., etc.

Hicieron una constitución con muchos candados, que aparentemente impedía tocar a Rafael Correa, tocar a las autoridades de control, de tal suerte que luego de este proceso, en el imaginario de los correístas, estaba la posibilidad de que RC regresara al poder en las próximas elecciones. En el caso actual, de la derrota a los correístas, es meritoria la actuación de Lenín Moreno, quien se atrevió a cambiar la hoja de ruta que le habían planteado; ahora van los cambios profundos que merece el país, el cambio a todos los funcionarios públicos, desde la Fiscalía, Procuraduría, Consejo de Participación Ciudadana, Judicatura, ministros, para lo cual debe tomarse en cuenta a los ciudadanos más honorables y capaces, y sin relación política.

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