Doctrina Tobar

Santiago Pérez Samaniego

Uno de los aportes más importantes del Ecuador al Derecho Internacional y el Sistema Interamericano del siglo XX fue sin duda la Doctrina Tobar. Una propuesta que nació en 1907, formulada por el Canciller ecuatoriano Carlos R. Tobar. Conocida por muchos como la doctrina de la legitimidad democrática, propuso que no se reconociera a los gobiernos de facto surgidos de actos de fuerza contra gobiernos constitucionales. Tobar instaba a que “las Repúblicas Americanas por su buen nombre y crédito, aparte de otras consideraciones humanitarias y altruistas, deben intervenir de modo indirecto en las discusiones intestinas de las Repúblicas del Continente”.

Aunque esta doctrina fue criticada y acusada de absolutista e intervencionista, su espíritu de evitar conflictos bélicos y el uso de la violencia para resolver disputas, regularizar la vida institucional y el orden democrático en América Latina propició la nominación de Tobar en 1909 al premio Nobel de la Paz, designación motivada por el objetivo de la doctrina de reducir la amenaza de revoluciones y guerras civiles en el sistema interamericano, haciendo hincapié en la necesidad de que todos los gobiernos apoyen el establecimiento del constitucionalismo y la democracia.

En su tiempo esta doctrina fue adoptada por cinco gobiernos de América Central que suscribieron en Washington, el 20 de diciembre de 1907 el Tratado general de paz y amistad. También la doctrina fue aplicada cuando el presidente de EEUU, Woodrow Wilson manifestó que no podía reconocer al gobierno del Gral. Victoriano Huerta ocurrida por revolución en 1913 contra la administración del presidente de México, Francisco Ignacio Madero.

Aunque Tobar no ganó el Premio Nobel de la Paz de 1909, su nominación llenó de orgullo a nuestro país, ubicando en el mapa a Ecuador con sus aportes al derecho internacional, fomento a la paz, compromiso con el orden constitucional y los principios básicos de la democracia. Ojalá la diplomacia contemporánea ecuatoriana tuviese el mismo sentido común que Tobar. Si así fuera, nuestras actuaciones y declaraciones en política exterior no serían tan desatinadas. (O)

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