Mano a mano hemos quedado

POR: Germánico Solis

Así dice la canción del célebre cantante de tangos Carlos Gardel. Mano a mano lo dice también el registro musical impreso en un CD titulado “Mano a mano”, en el que magistralmente se alternan 14 temas arrabaleros interpretados por los reconocidos artistas, Jorge ‘Coco’ Almeida y Fernando Báez, el primero con un frugal canto y el segundo con una extraordinaria instrumentación.

El maestro Fernando Báez en un ejercicio espiritual, aquel de compartir la grandesa de la música con quienes toda la vida estamos junto al arte, puso personalmente el disco en mis manos. La una producción es de lujo, impecable en su forma e insuperable en el contenido. La portada tiene un diseño que abstrae los sentidos, su interior guarda las expresivas poses de Almeida desafiando al micrófono, y una fotografía de antología en la que se advierte a Báez ejecutando el bandoneón.

La excepcional obra musical abarca una selección de tangos clásicos, candombes y milongas. Sin llevarse el sabor veterano que tiene cada canción, Báez las actualiza para dejarlas renovadas y con un apetencia que hace sentir un estilo, la marca de su piano y los sangrantes desgarres rezongados en su bandoneón porteño.

Por su parte Jorge ‘Coco’ Almeida, deja el alma en cada frase, en cada estrofa cantada, afirmando la vigencia del tango como expresión universal. Con un mortificado carácter, su voz nos embarca en las tristezas y desengaños que se describen “Sur”, “Mano a Mano” o “Azabache” para trasladarnos hasta Buenos Aires, o a las tascas argentinas en la que figuran el recuerdo de “Cambalache” o “Malena” presto a deshilarse en los lúdicos trances de una pareja al fragor del baile.

Comentando el destino de la producción “Mano a Mano”, es decir, la entrega de un sueño que hacen los artistas a su ciudad, no ha habido el escenario adecuado para magnificar, entender y disfrutar de la obra. Entonces, la voluntad de los artistas avizora territorios que no son imbabureños. Hay plazas más sonoras en las que los actores son contratados por la empresa privada y pública. Sin llegar a un falso patrioterismo, apena que la ciudad mantenga una ingente deuda con la fama de nuestros artistas.