Su funesto aporte

A Carlos Ochoa, exsuperintendente de Comunicación, se le acusó en la Asamblea Nacional de abusar de la autoridad para coartar la libertad de expresión, de interpretar extensivamente el derecho a la réplica en la Ley de Comunicación, de aplicar discrecionalmente la Ley de Comunicación e incumplir el artículo 232 de la Constitución: “No podrán ser funcionarios de entidades que ejerzan la potestad estatal de control y regulación quienes tengan intereses en las áreas que vayan a ser controladas o reguladas”.

Sin embargo, se le pasó por alto su responsabilidad en el perjuicio que el correísmo le causó a toda la sociedad al impedir que los medios de comunicación pudieran informarla de la catástrofe económica y moral vivida durante diez años. Sin lugar a dudas este fue el principal servicio que Ochoa prestó a su jefe de entonces y el funesto aporte que dio a nuestra Patria.

En efecto, la libertad de información, opinión y pensamiento de todos los ciudadanos fue conculcada por el funcionario y sus colaboradores. Una vez más, el perdedor fue Ecuador. Se impidió que todos sus hijos pudiéramos, sin temor y con transparencia, conocer qué se hacía con nuestros recursos y sobre la actuación de todas las funciones de Estado.

Al frente de la Superintendencia de Comunicación pasó por alto sus obligaciones como funcionario público y pisoteó el derecho de cada ciudadano a conocer y opinar sobre las maneras con las que los cabecillas de la entonces llamada revolución ciudadana disponían del destino del país. De este individuó pronto habremos de olvidarnos, pero no de los efectos de su labor como parte de una oscura página de nuestra historia.


A veces uno realiza un hallazgo cuando no lo está buscando”. Alexander Fleming Médico escocés (1881-1955)

La vida política de un pueblo marca la condición en que se encuentra; marca su nivel moral”. Leandro Alem Político argentino (1842-1896)