Astronomía: Stephen Hawking, una mente veloz encerrada en un cuerpo inmóvil

PERSONAJE. Stephen Hawking y su hija Lucy participan en una conferencia en la Universidad de George Washington el 21 de abril de 2008. (EFE)
PERSONAJE. Stephen Hawking y su hija Lucy participan en una conferencia en la Universidad de George Washington el 21 de abril de 2008. (EFE)

El físico fue diagnosticado de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) en 1963. Falleció el último martes.

Redacción LONDRES

EFE

El físico británico Stephen Hawking, fallecido el martes a los 76 años, contribuyó a arrojar luz al enigma de los agujeros negros y fue uno de los divulgadores científicos más célebres del último siglo a pesar de una parálisis progresiva que le marcó desde la juventud.

Los médicos le dieron dos años de vida cuando tenía 21 por una esclerosis lateral amiotrófica (ELA), que minó su capacidad para moverse y comunicarse, pero Hawking superó ese límite, como la mayoría de los que se le presentaron.

Ocupó durante tres décadas (1979-2009) la cátedra Lucasiana de Matemáticas en Cambridge, la misma en la cual Isaac Newton hizo contribuciones fundamentales para la cosmología moderna y supo además trasladarlas al lenguaje popular en libros como ‘Una breve historia del tiempo’, del que se han vendido más de diez millones de copias.

Hawking, quien se casó dos veces y tuvo tres hijos, se refugió en la física teórica para escapar de un cuerpo que le resultaba una cárcel y, 11 años después del dictamen que le auguraba una muerte casi inminente, postuló una predicción científica que resultó más exacta que la de sus doctores: la existencia de la llamada radiación de Hawking.

El cosmólogo supo relacionar las ecuaciones de la relatividad de Einstein con la mecánica cuántica para identificar las únicas partículas que pueden escapar del horizonte de sucesos de un agujero negro, una frontera que ni siquiera la luz puede cruzar y que hasta entonces se consideraba infranqueable.

Su hallazgo facilitó la detección de agujeros negros y propició, entre otros, el descubrimiento de que en el centro de la galaxia se oculta uno de ellos (Sagitario A).

No era buen estudiante
Hawking nació en Oxford el 8 de enero de 1942. No sobresalió en el colegio. “Mi promoción fue francamente inteligente”, se excusó con ironía en alguna ocasión, y lo hizo de un modo peculiar en Oxford, donde llamó la atención de sus profesores por su facilidad para las matemáticas, pero no se preocupó por mantener un expediente brillante.

Debido a sus notas, pasó apuros para que le admitieran como doctorando en Cambridge, donde se sumergió en la cosmología, un campo todavía especulativo en los años 60’ que algunos consideraban una seudociencia.

Muchos le aconsejaron que siguiera un camino menos oscuro, pero no se detuvo a considerar las dificultades y optó por una senda poco transitada con la convicción, compartida entonces por unos pocos, de que las matemáticas podían ayudar a esclarecer el origen del universo.

Cuando en 1963 le dieron dos años de vida, se encerró durante semanas en su habitación universitaria para emborracharse y escuchar a Wagner a todo volumen, hasta que decidió que, mientras la muerte no llegara, se dedicaría a avanzar en sus investigaciones.

Encontró un apoyo crucial en la joven Jane Wilde, a quien había conocido poco antes y con quien se casó en 1965, dos años antes de que naciera su primer hijo, Robert, al que le seguirían Lucy (1969) y Timothy (1979).

Cuando se convirtió en profesor Lucasiano, a los 37 años, su lucidez seguía intacta, pero ya no podía andar, escribir, ni alimentarse por sí mismo y su habla era poco articulada, casi ininteligible, excepto para su círculo más cercano.

En 1985 perdió el habla por completo tras una traqueotomía y comenzó a comunicarse con un sintetizador de voz que le facilitó la redacción de ‘Una breve historia del tiempo’, el libro que le lanzó a la fama en 1988.

Se divorció de Jane en 1991 para casarse cuatro años después con Elaine Mason, su enfermera desde 1985, de la que también se divorció en 2006.

A partir de 2000, incrementó su dedicación a los libros de divulgación popular y publicó obras como ‘El universo en una cáscara de nuez’ (2001) y ‘El gran diseño’ (2010).

Presidente lamenta la muerte del físico
° El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, lamentó la muerte del físico británico Stephen Hawking y señaló que aún se necesita su permanente exhortación a que la ciencia y la técnica “deberían dedicarse a combatir el hambre y la pobreza”.

“Murió Stephen Hawking baluarte de la capacidad asombrosa que pueden tener las personas con discapacidad”, escribió Moreno en su cuenta de Twitter. (EFE)

Frases célebres

Del científico

° “No le tengo miedo a la muerte, pero yo no tengo prisa en morir. Tengo tantas cosas que quiero hacer antes”.

° “Si los extraterrestres nos visitaran, ocurriría lo mismo que cuando Cristóbal Colón desembarcó en América y nada salió bien para los nativos americanos.

° “Me he dado cuenta que incluso las personas que dicen que todo está predestinado y que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, siguen mirando a ambos lados antes de cruzar la calle”.

° “La inteligencia es la habilidad de adaptarse a los cambios”.

° “La humanidad tiene un margen de mil años antes de autodestruirse a manos de sus avances científicos y tecnológicos”.

° “La próxima vez que hablen con alguien que niegue la existencia del cambio climático, díganle que haga un viaje a Venus. Yo me haré cargo de los gastos”.

° “Nada puede existir para siempre”.