Palabras vacías

Por: CARLOS TRUJILLO SIERRA

A Mariell Franco la mataron con rabia en la ‘Cidade Maravilhosa’ a la madrugada y rodeada de la policía militar a la que ella se oponía que custodiaran las calles de las favelas. Desgraciadamente no fue nada nuevo, fue como todos los días y todas las noches. Pero Mariell era una mulata, no nació en cuna de oro, luchando llegó a Edil (por el pueblo de las favelas) del Municipio de Río de Janeiro. Una víctima combativa contra la violencia y la corrupción. Nuestra Asamblea Nacional no ha dicho nada ni la condecoró. Los homenajes y las condecoraciones son para otros, mejor si son multimillonarios con conciencia sucia. El pueblo, en cambio, tiene una nueva estrella y una mártir más.

“Somos honrados, unos pocos nos hacen quedar mal”. El bárbaro rompe los cristales y los justos forman una comisión para lenta y cuidadosamente reconstruir lo destrozado. Espantan las coincidencias: aumentan los accidentes de tránsito (con eufemismo para las obscenas carnicerías en las vías) y se descubre que un grupo de “emprendedores”, empleados recomendados y ubicados en varias oficinas públicas han vendido a buen precio 16 mil licencias de conducir y de oportunidad. Una licencia falsa es un acto delincuencial y para la “producción” de las mismas se necesitan de la cooperación de varias voluntades de delincuentes que producen 16 mil delincuentes más. Los pillos incrustados en el gobierno no son ni cinco ni diez, son miles. La delincuencia crece. El gobierno cree que le va bien, posiblemente, el país no.

A la UNE le fue mal. A la RED le fue peor. No podía ser de otra manera; al que se presta para sirviente por unas míseras piltrafas nunca le va bien. Varias veces he oído, y muchos más tienen que haber oído, hablar al Presidente de reducir la carga horaria, de reconocer los sueldos legales, de no trabajar los sábados y qué es lo que se ve? Un Ministro sonriente más retorcido que su primer patrón y patrocinador. El Presidente dice una cosa bastante clara y sin embargo todo se difumina en el sofisma autoritario y los maestros felices (según sus palabras) burocratizados hasta en vacaciones.

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