Esmeraldas y sus sobresaltos

ATILIO RUGEL ALBÁN

“El respeto al derecho ajeno, es la paz”, Benito Juárez. Esmeraldas y sus cantones San Lorenzo y Eloy Alfaro están viviendo los sinsabores de un problema que nos exportó la narco guerrilla de Colombia y de México, que han extendido sus tentáculos que hoy tienen atemorizados a nuestros campesinos. Los habitantes de este territorio miran con pesimismo que las Fuerzas Armadas y la Policía con sus equipos de inteligencia han sido muy parsimoniosos en su accionar, porque les dieron ventajas a los narcotraficantes no solo para posesionarse de nuestras tierras donde poseen miles de hectáreas de sembríos de marihuana y otras plantas que se utilizan para el procesamiento de sustancias psicotrópicas, que les reportan millonarios réditos.

El simple ciudadano que no conoce de tácticas de guerra ni métodos para enfrentar a la guerrilla que se inserta en la selva, se pregunta que ¿cómo es posible que el personal del Ejército y Policía que ha hecho cursos de especialización en el exterior sobre la forma de combatir a estos círculos de la maldad, puedan dejar avanzar a estos delincuentes cuando sabemos que ellos no poseen ni tanques de guerra, ni aviación ni submarinos para atacar a la población, más allá de una dotación de fusiles y fabricación de bombas que constituyen su fortaleza?

Y ahora nuestras autoridades que parece están inventando la fórmula del agua tibia, digan que los hechos delincuenciales obedecen a que se los está neutralizando en el negocio sucio que tienen; esto nos revela que somos ilusos cuando los diarios del país nos señalan las toneladas que se capturan, pero eso es apenas una mínima parte de lo que sacan por nuestras costas. Qué difícil resulta entender este fenómeno, porque las autoridades de Fuerzas Armadas y Policía reclaman más apoyo económico del gobierno para enfrentar a estos grupos armados.

Tanto el Ejército colombiano que una vez irrespetó nuestra soberanía cuando incursionó en territorio ecuatoriano para matar a uno de los líderes de la guerrilla de la FARC, así como nuestras Fuerzas Armadas y de Policía conocen el radio en que operan y, sin embargo, se les permite libertad para que avancen, dejando un descontento en humildes poblaciones que están abandonando sus propiedades y tal como señalan analistas de ambos países a simple vista se ven los enormes sembríos que sirven para procesar las drogas.