Seguidores de judas

RICARDO VERA CALDERÓN

Según los evangelios canónicos, Judas fue el apóstol traidor que reveló el lugar donde podían capturar a su maestro, con el consiguiente desenlace que conocemos y que recordamos el Viernes Santo. Aquel acto se reconoce como una de las mayores traiciones de la historia, ya que el apóstol condujo a los guardias hasta el lugar donde se encontraba Jesús para que lo arresten, acción por la cual recibió a cambio treinta piezas de plata.

Luego de casi dos mil años esas prácticas son comunes en los diferentes ámbitos de la sociedad. Los traidores no tienen límites en su campo de acción. En los negocios, no tienen escrúpulos en cambiarse de camiseta y vender información comercial; en el ámbito social, cualquier escenario es propicio para vender a los amigos a cambio de algunas promesas falsas que ingenuamente se creen y arman orondamente nuevas sociedades. Obviamente en la política es donde más visibles están estos oscuros personajes, ya que sus ambiciones desmedidas no les permiten identificar el límite de la ética, así como el respeto a los acuerdos ideológicos.

El modus operandi es el mismo que el de hace dos mil años. Parecen simpáticos y con sonrisa de puerco hornado se ganan la confianza hasta que dan el golpe cuando menos se lo imaginan. Además suelen ser cínicos y pregonan a viva voz que son inmaculados. Estos sujetos no dudan en cenar en la víspera con sus víctimas, y les encanta el vino, más aún si es gratis. La única diferencia es que ahora traicionan, ya no por treinta piezas de plata, sino que las tarifas son mucho más altas, lo que incluye efectivo en grandes sumas de dólares. Conozco algunas excepciones que venden el alma al diablo, a cambio de cualquier centavito, lo que los hace aún más despreciables.

Atento si le besan la mejilla.

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