Taxistas vs. Tecnología

Juan Sebastián Vargas

Existen muchas empresas que por no innovar tocaron fondo o incluso desaparecieron producto de los cambios tecnológicos acelerados que vive el mundo, entre lo casos más famosos tenemos a Kodak que pese a que fue la primera compañía en haber creado la cámara digital se empecinó en seguir manteniendo el monopolio de los rollos fotográficos y cuando quiso reaccionar ya fue muy tarde y de eso se aprovecharon empresas como Canon, Sony y LG que en menos de dos años acabaron con su monopolio, otro caso es el de Nokia que durante años fue la marca líder de telefonía móvil hasta cuando Steve Jobs presentó el IPhone y acaparó la generación de Millenials del mundo, de igual manera la compañía Bluckbuster que se dedicaba a rentar películas y tenía cientos de tiendas no se dio cuenta que su mercado estaba cambiando y que había nuevas tendencias de consumo apalancados en la tecnología y en el Internet como el caso de Netflix, pues bien, hoy en día tenemos igualmente el caso de Uber y Cabify que han revolucionado el transporte de personas en el mundo y que están desplazando a los taxistas tradicionales y lamentablemente hay razones de sobra, estas plataformas permiten saber la identidad del conductor, se planifica una ruta automáticamente, se aplica una tarifa de oferta y demanda que resulta más transparente, existe cada día más disponibilidad del servicio y hasta podemos evaluar al chofer, mientras que en los taxis tradicionales no se conoce la identidad del conductor, el chofer elige la ruta a su conveniencia, la mayoría de ocasiones no toma en cuenta el taxímetro y cobra lo que desea, el usuario tiene que salir a la calle para tomarlo con el riesgo de ser víctima de un secuestro express en ciudades como Guayaquil o Quito y finalmente con un servicio deplorable, es lamentable hacer esta crítica al servicio de los taxistas ecuatorianos y latinoamericanos pero es que definitivamente si no innovan alguien más lo hará por ustedes, la intención no es afectar el trabajo de miles de ecuatorianos que viven de esta profesión pero el mundo da pasos agigantados y llegará un momento en que ni los municipios ni el Estado podrá salvarlos porque no habrá otra salida que innovar o morir.