La democracia moderna exige la organización de procesos electorales no solo periódicos, sino también limpios, transparentes y que sus resultados sean incuestionables, condición que no se podrá lograr en los comicios electorales del año 2019 de llegar a implementarse en nuestra Provincia el Voto Electrónico, conforme lo ha anunciado, el Director del Consejo Nacional Electoral – CNE – Delegación Santo Domingo.
Si bien es verdad que el CNE está facultado por el Art. 113 del Código de la Democracia para decidir la utilización de métodos electrónicos de votación y/o escrutinio en forma total o parcial, no es menos cierto que el Art. 61 de la Constitución de la República numeral 4 establece que los ecuatorianos y ecuatorianas tenemos el derecho a ser consultados, y eso no ha ocurrido. Somos los electores los que debemos decidir sobre el voto electrónico, empero el Director Provincial del CNE, argumenta que el tema, ya ha sido consultado a las autoridades provinciales y cantonales que son “los representantes de la ciudadanía”.
Así mismo el Art. 62 de la Constitución, establece que “las personas en goce de los derechos políticos tienen derecho al voto universal, igual, directo, secreto y escrutado públicamente……..” no dice nada sobre un voto práctico o expeditivo como supuestamente es el voto electrónico, por la utilización de la tecnología, como argumenta el CNE Provincial.
El tema no es tecnológico, el tema es de confianza. Por experiencias vividas en otros países como aquí mismo, existen serias dudas sobre su transparencia, porque no garantiza el respeto a las tres condiciones básicas de seguridad: confidencialidad, integridad y disponibilidad, particularmente integridad, que en Informática es fundamental, especialmente la integridad de datos, que se refiere a la corrección y a la complementación de los datos en una base de datos. Cuando se modifican los contenidos con acciones como Insertar, Eliminar o Actualizar, la integridad de los datos almacenados se ve modificada; por tanto, si se añaden o se corrigen contenidos o datos no válidos o erróneos, la integridad deja de existir.
En nuestro país caracterizado por su poca tradición democrática, el voto y su conteo manual debe ser todavía una tarea de humanos, no de máquinas.