Rehenes

Pablo Izquierdo Pinos

“Sr. Presidente, llevamos ocho días ya detenidos y como le dijimos en el primer video, tiene en sus manos, en el Gobierno ecuatoriano, nuestras vidas. Solo queremos decirle que nos piden el intercambio de rehenes, los tres detenidos que ellos piden por nuestras tres vidas, y está en sus manos. Nuevamente le pedimos de favor que accedan al diálogo y al intercambio cuanto antes. Estamos bien físicamente, pero emocionalmente estamos ya desfallecidos”.

“Padre, ¿por qué me has abandonado?”: A Javier situado en el medio, se le quiebra la voz. Paúl a su derecha desesperado extiende la mano hacia la cámara clamando ayuda y con un gesto conmovedor se seca las lágrimas de sus ojos. Efraín como un padre, incólume, sostiene el rosario de cadenas con una mano y con la otra los abraza, se mueven los tres en un abrazo lateral infinito. Daba ganas de volar y traerlos como lo haría una madre, un hijo, un hermano que sufre.

Sin ser experto en nada, para cualquier mortal, el sentido común decía que había que sacarlos ya. Cueste lo que cueste en lo material. Intercambiarlos, pagar un rescate, complacerlos. No era ceder, era salvarlos. Hicieron lo contrario: Las autoridades, civiles, policiales y militares nunca estuvieron a la altura de esas circunstancias. Dialéctica confusa, metalenguaje, autosuficiencia, falsas élites, mucha “inteligencia”, poca eficiencia, nerviosismo, chapucerías, llantos fingidos. Ninguno generó confianza, carisma, sabiduría, esperanza. Empezaron mal, terminaron peor.

Nos faltan tres para siempre. Su asesinato inundó de angustia y desesperación a sus hogares que fueron atravesados y quedaron marcados por esta tragedia. Quedamos 16 millones de rehenes a la intemperie. Y son los mismos los que nos protegen ante peores amenazas. Con dos nuevos secuestros, que claman otra vez por sus vidas: atinan a decir “vamos con todo”. Violencia con violencia. No señor, vaya sin nada y tráigalos. Demuestran otra vez que cuando había que callar son imprudentes y cuando había que transparentar y evidenciar los hechos, los escondieron. ¿Les cabe algo de honor y vergüenza?

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