No importa quién se embarre

Por: Victor Cabezas

Haberse apartado del régimen totalitario de Rafael Correa será un mérito que la historia le reconocerá a Lenín Moreno. Ponerle punto aparte a ese capítulo y reacondicionar el ambiente para el goce de nuestras libertades entraña un valor que merece, incluso, agradecimiento ciudadano, pues el Presidente bien pudo haber medrado del aparato de Estado que le quedó intacto para ser el nuevo señor de la hacienda en la que estaban convirtiendo al Ecuador.

El atroz crimen cometido en contra de los periodistas de diario El Comercio abrió una caja de pandora de todo lo que pasó, está pasando y pudo haber pasado en la frontera norte. Frente a este escenario que parece nefasto, obviamente los ecuatorianos necesitamos responsables políticos, pues es inadmisible que pagando a tantos funcionarios públicos no tengamos si quiera las pistas de qué naturaleza de criminales nos están respirando en el cuello.

Se ha dicho que Correa era neutral con los ilegales que actuaban en la frontera. Se ha revivido la leyenda de que las FARC financiaron su campaña y que el comandante Juan (Gustavo Larrea) era su emisario. No obstante, endilgarle la culpa a Rafael implica negar la realidad de la mayoría de altos funcionarios del actual Régimen.

Si Correa tenía alguna responsabilidad, de su mano deben ser pesquisados también, por lo menos, los señores Miguel Carvajal, César Navas y María Fernanda Espinosa, todos ocupantes de cargos en materia de seguridad.

Si hablamos de FARC y Rafael, debemos hablar de Lenín y de Gustavo, pues el primero fue nada menos que fórmula vicepresidencial y el segundo Ministro de Gobierno. Todos tienen algo que decir, aunque, evidentemente, el máximo responsable de lo ocurrido esos años fue Correa.

Hay muchas maneras de reivindicar la vida y la lucha de los tres periodistas asesinados. Una de ellas es exigir que las autoridades investiguen todo el contexto de la criminalidad en la frontera. Una forma de reivindicar la lucha de nuestros hermanos es que la institucionalidad investigue, sin apegos, sin medias tintas, sin distinciones y sin mutilar la historia que todos conocemos, no importa quién se embarre.

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