‘Guacho’, el sicario de Sinaloa

El fiscal colombiano Néstor Martínez soltó lo que, en apariencia, pudiera ser una bomba. Los disidentes comandados por Walter Arízala, alias ‘Guacho’ –dijo- son el brazo armado del cartel de Sinaloa en la compleja franja fronteriza entre Colombia y Ecuador.

Una bomba, en apariencia, en tanto el rastro de los capos mexicanos va desde avionetas hasta la injerencia en sistemas judiciales, con el objetivo de reducir las penas para los narcotraficantes.

Pero ¿cómo exactamente pudieran coincidir los narcos de Sinaloa con criminales como ‘Guacho’? Connectas, plataforma de periodismo colaborativo, reunió a expertos en la materia para dibujar el mapa en el cual pudieran interactuar los integrantes del Frente Oliver Sinisterra y las narcocélulas comandadas por Rafael Caro Quintero e Ismael ‘Mayo’ Zambada. Esto ocurrió en el encuentro virtual ‘La expansión del narco mexicano por América Latina’.

El periodista mexicano Silber Meza parte de una premisa. La lógica de los políticos al sostener que el problema viene de fuera deja a los carteles muy fortalecidos. Y más en un contexto como el presente, en el cual la estructura compacta del narco mexicano se ha reconfigurado. Así, por cada cartel de los 80 o 90 ahora existen en promedio 40 células delictivas que empatan con un mercado sudamericano cada vez más amplio.

En esa línea, Jeremy Mc Dermott, de Insight Crime, recuerda la evolución del narco en Colombia, con una primera generación cuyo paradigma es el cartel de Pablo Escobar, en tanto controlaba verticalmente todos los procesos relacionados con el narcotráfico: producción, almacenaje, transporte, distribución… La segunda generación: el establecimiento de confederaciones criminales con paramilitares y mafias europeas. Tercera: la incorporación de bandas criminales.

Y la cuarta etapa, la contemporánea, está marcada por ‘la mano de obra’ que para los capos suponen todos los disidentes del proceso de paz en Colombia. Y entre ellos es clave el Frente Oliver Sinisterra. Por ello, el mexicano Rafael Croda cree que ‘Guacho’ es financiado por Sinaloa. Si se toma en cuenta que Colombia produce cerca de 1.000 toneladas de droga y que de ellas 300 salen por el puerto de Tumaco y sus alrededores, los carteles mexicanos necesitan socios en la zona.

En esto coincide Mc Dermott. Él indica que estos son los tiempos de la fragmentación tanto de los proveedores como de los compradores de la droga. Dice que los capos ya no buscan al proveedor que le envíe 10 toneladas cada mes. Ahora buscan 10 proveedores que remitan una tonelada cada uno, en la dinámica de diversificar los canales de distribución para minimizar los riesgos. Entonces, los 36 grupos que Diario La Hora ha identificado en los departamentos colombianos del Cauca, Nariño, Putumayo y Caquetá suponen una fuerza operativa ‘al hormigueo’ para esta nueva etapa del narcotráfico.

El periodista mexicano Meza introduce un matiz: ya no son visibles los carteles monolíticos de las décadas precedentes, pero la estructura criminal se mantiene muy fuerte por otros mecanismos de penetración. En este contexto, Jeremy Mc Dermott aporta un ejemplo: “más plata que plomo”. Es decir, para los narcotraficantes atomizados es mejor sobornar y corromper la institucionalidad de un país, que usar la violencia.

Y lo que ha pasado en Ecuador, en torno a los allegados al capo Washington Prado Álava pareciera dar la razón al investigador de Insight Crime. Operadores de Justicia ofrecieron a varios de los integrantes de la banda de Prado el beneficio del procedimiento abreviado para reducir sus penas. Y no solo eso: el 13 de abril, la esposa del capo recibió el Hábeas Corpus. Los tres jueces que dictaron estas medidas ahora están bajo indagación. (DLH)