Cinco años sin respuestas frente a desaparición del joven ecuatoriano David Romo

CORAJE. Alexandra Córdova, madre del joven desaparecido, halla una serie de inconsistencias en el proceso que bordea las 14.000 fojas.
CORAJE. Alexandra Córdova, madre del joven desaparecido, halla una serie de inconsistencias en el proceso que bordea las 14.000 fojas.

El caso está resuelto en un 90%. Eso le dijo el fiscal general, Carlos Baca, en enero pasado. El caso se resuelve en 10 días. Eso le prometió el entonces presidente Rafael Correa, en 2015. Y el ministro del Interior de aquellos tiempos, José Serrano, incluso dibujó su teoría en torno a la desaparición de David Romo, con la tesis oficial y fatal del asesinato…

Casi cinco años atrás, a las 22:22 del jueves 16 de mayo, Alexandra Córdova habló por última vez con su hijo David, durante 80 segundos, mientras él viajaba en el bus 4 de la compañía Transhemisféricos. Desde ese momento lo ha buscado entre morgues y quebradas. Y su obstáculo más fuerte ha sido la desidia del Estado. “Un Estado –dice– que en este caso y en otros siempre echa la culpa a las víctimas”.

Sobre este suceso se han escuchado 12 versiones distintas, 8 fiscales han conocido la causa, una centena de investigadores han participado en la reconstrucción de hechos e indagaciones posteriores, y la tesis oficial reposa en 110 cuerpos procesales con cerca de 14.000 fojas. Pero el cuerpo de David no aparece todavía.

Lo que más bien empieza a tomar cuerpo es una versión oscura, puesta en boca de varios de quienes investigan los hechos. Alexandra Córdova considera que dichos relatos persiguen hacer creer que David es corresponsable. Con llanto partido, la madre recuerda incluso cómo un fiscal se atrevió a establecer una analogía entre lo que pudo haber ocurrido con su hijo y lo que sucede con delatores de bandas de narcotráfico.

Y, sin embargo, La Hora conoció de buena fuente que algunos de los indagados por la desaparición pertenecen a un entorno en el cual se habla sobre tráfico de drogas, capturas extrajudiciales, trata de personas con fines de explotación sexual y laboral, supuestas tarifas de sentencias, penas reducidas, robo de vehículos, sicariato.

Audiencia en Carcelén

Para hoy se tiene prevista la audiencia preparatoria de juicio, a las 09:00, en la Unidad Penal de Carcelén. Entre tanto, cada vez más preguntas se instalan en la mente de Alexandra Córdova. Tres son para ella fundamentales. Una es sobre el teléfono de su hijo. Hacia mayo de 2013 se inició la búsqueda del equipo, pero con un IMEI (el código numérico del artefacto) distinto al de David. Y lo encuentran en poder de una de las personas que estaban a cargo del bus.

Dos: ¿qué pasó en Rumicucho? La madre, con base en las versiones e informes, plantea algunas dudas sobre lo que pudo haber ocurrido en el sector en el cual concluye la ruta. ¿Por qué no se indaga al trío –chofer, controlador y ‘aprendiz’ de controlador- que estaba a cargo del bus –dice Córdova-, más allá del robo del celular de David? ¿Qué relación tienen estas personas con la clínica clandestina Unión y Esperanza, de Pisulí, a la cual David presuntamente fue trasladado? ¿Qué conocieron o qué no los miembros de la Unidad de Policía Comunitaria? ¿Qué pasó con el caso de otro joven que viajaba en la misma cooperativa y, según su versión, fue golpeado y luego trasladado a la clínica clandestina de Pisulí?

Cifras
12
versiones
distintas se han presentado en este caso.

110 cuerpos
procesales hay en torno al caso.

Y tres: ¿por qué la reserva? ¿Qué elementos del caso siguen siendo secretos? Dentro de este punto, Córdova propone una pregunta capital. Si se sigue la hipótesis oficial y se asume que entre mayo y noviembre de 2013 los investigadores conocían, por versiones de testigos protegidos, que David Romo estaba con vida en la clínica clandestina ¿qué se hizo por recuperarlo? (IFP)

Otro cuerpo

° Alexandra Córdova está convencida de que pronto alcanzará la transparencia que el Estado no le ha brindado. Ya son casi cinco años de un proceso de negligencias, omisiones y distracciones, dice la madre. Y solo una de aquellas distracciones ha valido la pena. Fue cuando en una de las pericias viajó a El Oro, pues le dijeron que habían encontrado el cuerpo de David.

Estaba en una fosa común, recuerda ella. Pero no era David. Se trataba de un joven que había sido atropellado y enterrado como un NN. “Sus familiares al menos pudieron darle sepultura”.