ORLANDO AMORES TERÁN
En nuestro país, el camino es obligar al régimen a deshacerse de los infiltrados por el yangamanahisca. Hay quienes lo apoyan y son enemigos del oportunista innombrable; no es lógico que separe a quienes lo sostienen. En Venezuela, el narco-comunismo pierde fuerza. En Cuba, cede espacio el castrismo. Nicaragua está más empobrecida que en la época Somoza, y su gente empieza a entender la farsa comunista. Brasil tiene en prisión, por corrupto, al más connotado comunista. Argentina, investiga la delincuencia política que aquí fue galardonada por la «revolución». En ningún país en donde han tomado el poder los comunistas, sus pueblos han prosperado. Dejan Unasur: Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Paraguay y Perú.
Somos parte de un laboratorio de aplicación de políticas sociales, para que nunca más el narco-comunismo vuelva al poder. Tengo fe que se pondrá en evidencia que el comunismo fue una farsa con la que nos engañaron durante un siglo, haciéndolo aparecer como la doctrina de liberación de los pueblos. Demostró en la práctica, ser el ejercicio gangsteril de la política, amoral y cínico por definición; por ello hay que derribar los mamotretos hechos a los castro-narco-comunistas; significa levantar monumentos a la infamia. Nos engañaron, no son luchadores sociales, son oportunistas que hicieron de la política un negocio de pandilla un: quítate tú, para ponerme yo, adoptando las mismas taras y comportamiento que decían combatir. En tal circunstancia, quien pretende en éste momento, destruir a Moreno, reivindica al innombrable. Hay que actuar con estrategia. Todo debe estar orientado a lograr el apresamiento, sentencia e incautación de los bienes del yangamanahisca. Caso contrario, se lo hace crecer. Y no faltarán esbirros imbéciles que empiecen a decir: «con el anterior estábamos mejor». Entonces, volverá, no será enjuiciado, cubanizará el país para saquearlo y reprimir, desde el poder, 30 años más. ¿Éso deseamos? Aún cuando vienen de la misma matriz, y por ello hay desconfianza, debemos aprovechar el «distanciamiento» del régimen, para exigir la inhabilitación definitiva del mayor canalla de la historia.