La máchica: un alimento para los sentidos

Tradición. El secreto está en tostar los granos en un tiesto con leña.
Tradición. El secreto está en tostar los granos en un tiesto con leña.
Sabor. Todo inicia con la selección de granos.
Sabor. Todo inicia con la selección de granos.
Historia. Los molinos son la base de esta producción.
Historia. Los molinos son la base de esta producción.

En medio del calor y el dulce olor que transporta a la niñez, Freddy, mueve con fuerza la cebada que está sobre un tiesto de barro que tradicionalmente se calienta con leña y va tostando poco a poco los granos.

Freddy al igual que su amigo y socio Ardían, crecieron entre polvo de máchica, leña y molinos, pues sus familias que han vivido por décadas en la zona de Brazales del barrio San Felipe al norte de Latacunga dedicaron su vida a esta actividad.

Mientras su voz se vuelve temblorosa y sus manos sostienen una pequeña bolsa de papel con “harina de dulce” o máchica como se conoce, Adrián cuenta que en una ocasión cuando su abuelo estaba muy enfermo le preguntó: “¿te harás cargo de los molinos y seguirás con la tradición de la máchica?”, es así que el decidió darle un rumbo a esta parte de su historia.
Ardían Cruz y Freddy Molina son dos jóvenes que vienen de familias cercanas que se dedicaban a comercializar la máchica, ya que hace varías décadas esta era la actividad más rentable de Cotopaxi, pues las harinas de varios granos salían a distintas zonas del país.

“De ahí viene el nombre Mashca”, dice Fredy refiriéndose al apodo que tienen los Latacungueños, pues Latacunga fue uno de los primeros graneros del país y aquí se establecieron los principales y más importantes molinos de piedra en los que se molía maíz, trigo y principalmente cebada, de la que sale la máchica.

“Mi papá salía con la máchica en quintales a repartirla en los mercados de Quito y mucha de esta se llevaba a las cárceles ya que es un alimentó económico y nutritivo”, dijo María Lucinda Corrales, tía de Adrián.

María Lucinda al igual que sus hermanos veían como el negocio de su padre era prospero, sin embargo con los años el número de quintales que salían a la venta era menor hasta que los molinos dejaron de producir y ahora únicamente se venden 30 sacos semanales que salen a Guayaquil.

Innovación

Es por ello que Freddy y Adrían buscan que estas historias y estos sabores se den a conocer en la ruta de la Máchica y que los tiestos y molinos que han visto crecer a más de cuatro generaciones den a conocer la historia productiva de Brazales y Latacunga.

La primera ruta se realizará este sábado a las 10:00 y saldrá desde La Estación de Latacunga, aquí se recogerá a los turistas para llevarlos hasta las casas donde se conservan estos molinos y se realizan las harinas, aquí pueden observar todo el procedimiento que consiste en elegir la mejor cebada y limpiarla de cualquier impureza, después, hay que calentarla en un tiesto de barro. Y una vez que se ha dorado, hay que dejarla enfriar para molerla y convertirla en polvo. Ese producto es nuevamente tamizado y el proceso final consiste en “quintalear”, es decir, colocar la harina en fundas de 100 libras, para comercializarla. “Se dice fácil, pero cada proceso lleva horas”, explicó María Lucinda.

“Queremos que las personas conozcan la tradición y el significado de ser “Mashcas” con el aroma de la cebada y la magia en los cuentos que nuestros abuelos nos narraban”, dijo Adrián.

El costo del tour es de 12 dólares por persona y quienes quieran más información pueden acercarse al local Cunani en la calle Luis Fernando Vivero y también a través de las redes sociales en Facebook como Harika.

En la visita también se degustan los productos hechos a base de machica como coladas, dulces y tortas, las cuales planean ser llevadas a través de la marca ‘Harika’ y así llegar a más partes del país.

Un manjar nutritivo

La máchica en Latacunga era como la sal en la cocina, pues no podía faltar en los hogares, y la mayoría del pueblo hacía ‘chapo’ en la mañana, ‘chapo’ en la tarde y ‘chapo’ en la noche.

Pues el chapo es la mezcla de la leche o agua con la machica a la cual las abuelas y madres de antaño atribuían poderes únicos, pues “este alimento hacia niños fuertes, pilas y guapos”, asegura María Lucinda.

Por ello muchos Latacungueños la comían y la comen y en cada bocado recordando su niñez.

La máchica se diferencia de las harinas de trigo, maíz y morocho por su textura, color y sabor. Se puede comer cruda, hervida o asada, conservando su delicioso aroma a grano tostado y manteniendo en las tres presentaciones su valor nutricional.

La harina de cebada contiene proteínas, calcio, hierro, yodo, vitaminas A, B12, C, D, E, fósforo, hierro, potasio, magnesio y sobre todo fibra. Todos estos componentes presentan grandes beneficios para la salud de quien la consume, entre ellos un correcto equilibrio de los líquidos corporales y temperatura, por su alto contenido en potasio.

Visita

Es por ello que la ruta de la Machica promete el crecimiento de un barrio que dio riqueza a Latacunga en una época de bonanza y ahora esta casi olvidado.

“Lo que queremos es compartir las historias de nuestros molinos y nuestros tiestos”, dijo Adrián. (NA)