Me pregunto

CARLOS TRUJILLO SIERRA

Si no andamos enredados en la “viveza” (con mentes lúcidas, corazones ardientes y manos esterilizadas, como cirujano para operación) me pregunto (y deberíamos preguntarnos más ante los nuevos, novísimos y también añejos escándalos, con nombres saltando como canguil) si todos los supuestos convencionalismos son justos, imparciales, o si se inclinan (en un acto políticamente correcto) hacia un nuevo encubrimiento y una corrupción protectora.

Oigo (y me pregunto) que no habrá despidos, y si los hay serán con las consiguientes compensaciones, y me digo pero si el cancelado obtuvo el cargo, solo por incondicional, independientemente de su capacidad intelectual o si pagó para obtener el cargo, qué hacemos?, ¿le pagamos compensación así su condición sea irregular o ilegal? ¿Debemos pagar compensación a miles de directivos docentes que buscados a dedo sin ninguna preparación pedagógica contribuyeron al desastre de la educación y al estrecho control burocrático y a la persecución de maestros honrados?

Tenemos las confesiones públicas, en palabras de una Rectora: Ocho años de Rectora y nunca tuvo antes el mínimo contacto con el quehacer educativo. No necesitamos compensaciones, necesitamos reparaciones, reconocimientos a los maestros que estuvieron marginados, chantajeados y con sus emolumentos congelados, año tras año.

Oigo las noticias -y me pregunto: qué preparación tienen tantos voceros que niegan toda responsabilidad que el servicio público es malo, prepotente, retador. La detonación de una bomba en el puente de Viche, de dónde salió –de algún escritorio, lejano y elegante. Pero cómo buscar huellas en el puente metálico, cuando el artefacto explotó a 2 Km, selva adentro, en la base de una torre eléctrica.

Me pregunto si con toda entereza no debemos exigir la anulación de la ciudadanía ecuatoriana a favor de Assange y el inmediato cese del asilo en Londres junto con el adiós a nuestra excelentísima Canciller. El asilo diplomático es para políticos honrados perseguidos por gobiernos autoritarios, no para cualquier malandrín.

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