¿Hasta cuándo Siria?

LUIS COELLO KUON YENG

El último ataque a rebeldes y civiles sirios con armas químicas en Douma, colmó la paciencia de la Organización de las Naciones Unidas, que en sesión permanente quiso condenar los ataques, pero el voto ruso evitó esa condena. Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, calificó este hecho como una barbarie y anunció que tomaría medidas en contra de objetivos militares responsables del ataque con armas químicas, regulados bajo las ordenes de Bashar Al-Assad.

Observar en televisión y en imágenes fotográficas los signos de angustia y dificultad respiratoria de los ciudadanos sirios sobre todo de niños, fue desgarrador. El dictador sirio Al-Assad niega el ataque y los atribuye a grupos terroristas y a rebeldes irregulares, pero según la ONG Cascos Blancos, demostró pruebas fehacientes, verídicas y reales que este acto genocida fue cometido por las fuerzas armadas del régimen. Rusia, aliado incondicional de Siria, se manifestó contrario a la participación siria en este ataque y más aún a una intervención de tipo militar. Amenazó a los Estados Unidos y sus aliados en que si atacaban serían responsables de una guerra.

Los ataques de Siria a rebeldes que están en contra del régimen y del dictador Al-Assad, han sido continuas utilizando diversos armamentos y sin recatarse al respecto de evitar la caída de civiles. La brutalidad con que el dictador quiere reprimir a los irregulares y disidentes es el justificativo único con la finalidad de accionar un botón y dar rienda suelta a sus bajos sentimientos, sin siquiera medir la repercusión sobre inocentes. La respuesta militar se dio a cargo de Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Esto ha llevado a una delicada situación no solo regional sino mundial.

Todo el mundo observa perplejo los acontecimientos que podrían decantar en una guerra mundial. Un país sumido en el caos sus ciudades convertidas en ruinas, una gran migración a países aledaños y de otros continentes, se resumen en dos palabras crisis humanitaria. El dictador Al-Assad no mira esto, solo desea perpetuarse en el poder siendo secundado por Rusia. Una guerra contra rebeldes y guerrilleros de Isis no justifica la brutalidad de como oficialismo utiliza la fuerza balística de todo tipo.

Muchas víctimas y millones de personas sin esperanza de una buena vida, es necesario que aprendamos de ejemplos tan crueles con la finalidad de no cometerlos. Siria merece ser libre y deponer al dictador genocida. La democracia no es la mejor forma de mandato, pero permite que el pueblo sea quien elija y sobre todo nos permite madurar nuestros criterios y educarnos en el respeto a los demás.

[email protected]