Julio César

AUTOR Juan Sebastián Vargas

Julio César Trujillo es un político y constitucionalista de gran trayectoria, respeto e integridad en el Ecuador, exmilitante de la Democracia Popular, justamente fue un luchador por la democracia en los años 70 cuando el país vivía una etapa de dictadura que coincidía con el primer ‘boom’ petrolero que tuvo nuestro país, ironías de la vida, el segundo ‘boom’ petrolero también fue durante una dictadura contra la que también luchó, en fin, fue precandidato a la presidencia a la que finalmente terminó cediendo ante la coalición Roldós – Hurtado allá por fines de los 70, diputado y asambleísta y nuevamente presidenciable en 1984, participó en la constituyente de 1997 y si bien aparentemente se encuentra disparando sus últimos cartuchos, a sus 87 años nos ha demostrado que la edad no es impedimento para luchar en contra de las injusticias, dicen por ahí que más sabe el diablo por viejo que por diablo y pues mucha razón hay en el refrán, pues Trujillo ha demostrado ser sagaz ante las infamias especialmente de los últimos años, perseguido por el correato cuando era parte de la comisión anticorrupción precisamente en la era más corrupta de la historia ecuatoriana, aceptó encabezar la primera terna del Consejo de Participación Ciudadana de transición, de hecho obtuvo la mayor cantidad de votos de los siete integrantes, 105 asambleístas votaron por él, refinado en sus respuestas cuando Gabriela Rivadeneira le increpó por su vejez no tuvo empacho en responder; “yo quisiera que ella llegue a mi edad y consiga que los ciudadanos le digan que es vieja, pero honrada. Si soy viejo, pero la ventaja es que a mis 87 años no tienen nada más que decir que soy viejo, pero no pueden decirme que soy viejo y ladrón”.

Julio César sigue en la palestra política, esta semana como presidente del (CPC) encargó la Fiscalía General del Estado a Edwin Pérez en reemplazo del cesado Baca Mancheno, igualmente dio por terminado el período del defensor del Pueblo, Ramiro Rivadeneira por desacatar el mandato de evaluación de gestión, negarse a entregar datos y amenazar a la autoridad evaluadora. A estas alturas el “Gallo Hervido” no tiene nada que perder, simplemente actúa en función de sus principios y valores.