La soledad del poder

EDUARDO CHIRIBOGA APONTE

Si bien es cierto que cuando alguien ostenta una posición política, social y económica influyente, los amigos sobran y que cuando esa persona cae en desgracia nadie asoma y en lo político algo similar sucede. Solo que en esa actividad no existen los amigos ni enemigos perennes. El camisetazo es la regla. De ahí que esta noble actividad es rechazada por gran parte de la gente de bien y también acogida por las personas vivarachas, de buena oratoria y muchas veces de falsos patriotismos.

El gobierno de don Lenín, que inició con baja legitimidad por su cambio de estilo y su propuesta de rectificar lo que no se hizo bien en el anterior régimen, ha sido merecedor del respaldo mayoritario. Es más, los resultados de la consulta popular pasada, le brindaron un espaldarazo que aún no lo utiliza en debida forma. Ahora, con la renuncia de todo su gabinete debe terminar con las ataduras que le fueron impuestas por el correato y renovar su equipo de trabajo en más de una docena de simpatizantes del causante de la desinstitucionalización del país. Se tiene que sintonizar con las demandas del pueblo, en gran medida expresadas en las redes sociales, que se convierten en un asesoramiento gratuito para el gobierno.

Desafortunadamente, Moreno mantiene en su entorno íntimo a gente de equivocada percepción política, que despierta desconfianza en la sociedad. La Vicepresidenta y la Canciller llevan la bandera en esto. Su amistad cercana con estas damas, que lo unen a AP y a su presidente vitalicio, así se digan de la “vela verde” en público, le complican la insoslayable decisión de separarlas de sus cargos lo antes posible. Pero quedarse cada vez más sin sus colaboradores más cercanos, sería su reconocimiento de que la percepción del mal llamado proyecto político, tiene que ser revisado de manera formal, aunque le duela en lo personal.

Su plan económico así lo indicó. No obstante, dichas colaboradoras siguen alabando lo que tristemente acontece en Venezuela, dejando una estela de dudas. Es hora de que don Lenín tome decisiones drásticas para despertar la confianza de su pueblo en un mejor mañana, demostrando que su “cirugía mayor” no ha sido puro cuento y despejando el camino para alimentar la confianza de la inversión extranjera y que disminuya el riesgo país.

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